A 43 años del hundimiento del ARA General Belgrano durante la Guerra de Malvinas, nuevos testimonios y documentos desclasificados reviven el horror de los 323 marinos argentinos fallecidos. El ataque del submarino británico HMS Conqueror, el 2 de mayo de 1982, dejó solo 58 minutos para evacuar el barco en aguas heladas del Atlántico Sur.
Según informes de sobrevivientes, el impacto de dos torpedos perforó el comedor donde decenas de conscriptos descansaban. «El agua entraba a −2°C; muchos murieron por hipotermia antes de llegar a las balsas», relató Eduardo Otero, uno de los 770 rescatados. Investigaciones recientes confirman que el hundimiento ocurrió fuera de la zona de exclusión decretada por Reino Unido, lo que reaviva debates sobre crímenes de guerra.
La Armada Argentina honró a las víctimas en un acto en Ushuaia, donde se exhibieron objetos recuperados en 2024 por un robot submarino: botones, medallas y un cuaderno con anotaciones del último día. «Eran chicos de 18 años que escribían a sus familias pensando que volverían», dijo el almirante Carlos Paz.
Documentos desclasificados en 2025 revelan que el Reino Unido conocía la posición del Belgrano gracias a inteligencia de EE.UU., pero decidió atacar para «quebrar la moral argentina». La Cancillería exige aún una disculpa formal, mientras familiares piden que el pecio sea declarado «tumba de guerra».
El hundimiento sigue siendo un símbolo de controversia: para algunos, una acción militar legítima; para otros, un ataque a un buque en retirada. Historiadores subrayan que fue el momento más letal de la guerra, con el 50% de las bajas argentinas.
A pesar del tiempo, el reclamo por memoria y soberanía persiste. Cada 2 de mayo, vigilias con velas se repiten en puertos argentinos, mientras el gobierno impulsa que la UNESCO proteja los restos del Belgrano como patrimonio submarino.