El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, reconoció que el oficialismo cometió un error estratégico al «nacionalizar» la elección en la provincia de Buenos Aires, lo que le permitió al gobernador Axel Kicillof consolidar su victoria. Esta autocrítica, sin embargo, llega acompañada de una fuerte advertencia: el gobierno nacional no repetirá la misma estrategia en las próximas elecciones generales de octubre, donde la disputa por la presidencia será total.
La derrota en la provincia de Buenos Aires, el mayor distrito electoral del país, representó un duro golpe para el gobierno de La Libertad Avanza. La apuesta de convertir los comicios provinciales en un plebiscito sobre la gestión de Javier Milei no dio los frutos esperados y, por el contrario, movilizó a la oposición y fortaleció a la figura de Kicillof. Según Francos, la estrategia fue un error de cálculo que el oficialismo aprendió a duras penas.
La elección provincial, en la que el oficialismo nacional se vio debilitado, ha dejado una lección clara para el equipo de campaña libertario: la necesidad de diferenciar los mensajes y las estrategias según el distrito. La unificación de la campaña bajo una sola bandera ideológica, que en este caso fue la figura de Milei, no resonó de la misma manera en todos los rincones del país. En el caso de la provincia de Buenos Aires, el oficialismo bonaerense supo capitalizar esta situación para reafirmar su liderazgo local.
Desde el gobierno nacional, la autocrítica de Francos no es un simple mea culpa. Es el anuncio de un cambio de timón. Se espera que para las próximas elecciones, la campaña sea mucho más segmentada, con un enfoque más local y menos dependiente de la figura del presidente. Esto podría significar un mayor protagonismo para los candidatos locales y una agenda que se adapte mejor a las particularidades de cada provincia.
Esta nueva estrategia de campaña plantea un desafío significativo para el oficialismo. La popularidad de Javier Milei, que fue el principal activo del espacio en las elecciones pasadas, podría no ser suficiente para ganar en todos los distritos. La necesidad de construir liderazgos locales y de conectar con las problemáticas específicas de cada región se vuelve ahora una prioridad para La Libertad Avanza.
En conclusión, la elección bonaerense ha dejado un sabor agridulce para el oficialismo nacional. A pesar de la autocrítica y el anuncio de un cambio de estrategia, el resultado en la provincia más grande del país demuestra que el camino hacia la consolidación del poder es más complejo de lo que se pensaba. El éxito en las próximas elecciones dependerá, en gran medida, de la capacidad del gobierno de aprender de sus errores y de adaptar su mensaje a la diversidad de la política argentina.