Bolivia vive un momento político de quiebre histórico tras la primera vuelta de las elecciones presidenciales, que ha puesto fin a 20 años de hegemonía del Movimiento al Socialismo (MAS). Con un resultado que sorprendió a propios y extraños, la contienda por la Presidencia se definirá en una segunda vuelta entre Rodrigo Paz, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), y el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga, del partido Libre. Este balotaje, que se celebrará el 19 de octubre, marca un hito sin precedentes en la reciente historia democrática del país.
Rodrigo Paz se alzó con la victoria en la primera vuelta, obteniendo el 32% de los votos, consolidándose como la principal figura de la oposición. Por su parte, Jorge «Tuto» Quiroga logró un 26.9%, lo que le aseguró el segundo puesto y el derecho a competir en el balotaje. El resultado electoral representa no solo la derrota del MAS, sino un claro rechazo a la continuidad del proyecto político que ha dominado la escena boliviana durante las últimas dos décadas, abriendo un nuevo capítulo de incertidumbre y esperanza.
El golpe para el MAS fue contundente, con sus principales candidatos quedando relegados a posiciones marginales. El candidato de la izquierda, Andrónico Rodríguez, apenas alcanzó un 8% de los votos, mientras que el candidato oficialista, Eduardo Del Castillo, quedó en un sorprendente sexto lugar con solo el 3.1%. Estos números reflejan una profunda desarticulación del voto oficialista y una clara preferencia del electorado por opciones alternativas, evidenciando un desgaste del poder que, hasta ahora, parecía inquebrantable.
Tanto Rodrigo Paz como Jorge «Tuto» Quiroga han manifestado su entusiasmo ante la posibilidad de poner fin a la hegemonía del MAS. Sus declaraciones celebran el resultado como una victoria de la democracia y una oportunidad para reorientar el futuro del país. La segunda vuelta promete ser un enfrentamiento intenso, donde ambos candidatos deberán articular alianzas y movilizar a sus bases para convencer a los votantes restantes y captar el voto de aquellos que optaron por candidatos eliminados.
La jornada electoral, observada por organismos internacionales como la Unión Europea y la OEA, se desarrolló en un clima de normalidad, a pesar de algunos incidentes aislados. Este hecho resalta la madurez cívica del país y la solidez de sus instituciones democráticas para llevar a cabo un proceso de tan alta relevancia. El desafío ahora es mantener la calma y la transparencia de cara al balotaje, donde cada voto será decisivo.
El balotaje del 19 de octubre no será solo una elección entre dos candidatos, sino una definición sobre el rumbo que tomará Bolivia en los próximos años. El país se encuentra en una encrucijada, con la posibilidad de consolidar un cambio de ciclo político que ponga fin a la polarización de las últimas dos décadas. La capacidad de los candidatos para articular un mensaje que convoque a la unidad nacional y ofrezca soluciones a los problemas del país será fundamental para el desenlace.