Con el triunfo por 1-0 ante Brasil, Bolivia escribió este martes una de las páginas más doradas de su historia futbolera: se aseguró un lugar en el repechaje rumbo al próximo Mundial y en marzo intentará alcanzar su tercera Copa del Mundo.
El camino hasta aquí estuvo lejos de ser sencillo. La Verde debió renunciar a su histórica fortaleza, el Estadio Hernando Siles de La Paz —ubicado a 3.650 metros de altura— para reinventarse aún más arriba, en El Alto, a 4.090 metros sobre el nivel del mar. Allí, casi tocando el cielo, encontró la ilusión que parecía haber perdido.
Hasta el cambio que se produjo en la séptima fecha de las Eliminatorias, Bolivia apenas había jugado dos partidos fuera de La Paz en toda su historia clasificatoria: durante el camino hacia México 1986, en Santa Cruz de la Sierra. Pero los malos resultados en el arranque, con Gustavo Costas en el banco —caídas ante Argentina (3-0) y Ecuador (2-1)— convencieron a la dirigencia de que había que dar un golpe de timón. Aunque la despedida en el Siles fue con una victoria frente a Perú (2-0), la sensación era que la altura de La Paz ya no pesaba como antes.