La petrolera de bandera YPF ha desplegado un ambicioso anuncio de generación de 50.000 puestos de trabajo asociados a su proyecto de exportación de Gas Natural Licuado (GNL) con la italiana ENI, un hito que, de concretarse, redefiniría el panorama energético regional. Sin embargo, este discurso de expansión choca drásticamente con la realidad financiera y operativa de la compañía, que avanza con un plan de recortes internos, jubilaciones anticipadas y acumula un preocupante balance semestral con números en rojo, generando un clima de incertidumbre y escepticismo entre los técnicos del sector.
El optimismo oficial, impulsado por el presidente de YPF, Horacio Marín, contrasta con el estado incipiente del proyecto de GNL. El acuerdo firmado con ENI, presentado como un paso fundamental, es el tercero de su tipo en los últimos dos años y, según fuentes del sector energético, la iniciativa aún no cuenta con la Decisión Final de Inversión (FID) ni un esquema de financiamiento confirmado, elementos esenciales que le otorgan la viabilidad real a cualquier desarrollo de esta magnitud.
A esta cautela interna se suma una advertencia desde el mercado internacional. El CEO global de Shell, Wael Sawan, una de las voces más autorizadas en GNL, relativizó la expansión acelerada en la región al declarar que “no es económicamente del todo racional”, ante el riesgo latente de un exceso de oferta global. Esta perspectiva especializada sugiere que, si bien el potencial de Vaca Muerta es innegable, la ventana de oportunidad para megadesarrollos de exportación requiere una prudencia que la narrativa épica de los 50.000 empleos parece estar omitiendo.
La tensión entre la épica del GNL y la realidad contable de YPF se confirma en sus resultados financieros de 2025. El balance semestral ha sido lapidario, contraviniendo la promesa de la actual gestión de cuadruplicar el valor de la acción. El EBITDA se redujo un 7% interanual, y el resultado neto fue elocuente: tras una pérdida de USD 10 millones en el primer trimestre, la ganancia del segundo fue apenas de USD 58 millones, un desplome del 89% respecto al año anterior. Aún más grave, el flujo de caja libre se mantiene hundido en terreno negativo, con más de USD 1.300 millones evaporados en apenas seis meses, mientras la deuda total escaló más de USD 1.500 millones desde el inicio de la gestión.
Frente a esta delicada situación económica, la compañía ha comenzado a implementar ajustes de personal. Dentro de las oficinas se intensifican los rumores sobre planes de retiros voluntarios y jubilaciones anticipadas, mientras que operativamente se han adoptado medidas de achicamiento como la implementación del «autodespacho» y el uso de inteligencia artificial en funciones administrativas. Estos movimientos internos confirman una estrategia de recorte de gastos y optimización de estructura para compensar los números en rojo, el aumento en los costos operativos (lifting cost) y la caída del 3% en la inversión de capital (CAPEX).
En este escenario de austeridad operativa y debilidad financiera, un dato llama la atención: la petrolera invirtió más de 87.000 millones de pesos en publicidad entre 2024 y 2025, una cifra superior a la pauta de los tres años anteriores combinados. Este marcado contraste entre el gasto en marketing para promover una imagen de expansión y los recortes internos subraya el principal desafío de YPF: sostener la credibilidad de un futuro exportador masivo, mientras la realidad de sus balances exige un ajuste estructural que aún no logra equilibrar la pesada herencia financiera con las expectativas de crecimiento prometidas.