El régimen iraní ha ratificado su negativa a permitir que Rafael Grossi, Director General del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), inspeccione las instalaciones nucleares que fueron blanco de ataques recientes, ni autorizar la instalación de cámaras de vigilancia. Esta postura, anunciada por Hamid Reza Haji Babaei, vicepresidente del Parlamento iraní, agudiza la tensión en torno al programa nuclear de Teherán y plantea serias interrogantes sobre la transparencia y la verificación internacional.
La decisión, formalizada este sábado, 28 de junio de 2025, se fundamenta, según Teherán, en el supuesto descubrimiento de información confidencial sobre sus infraestructuras nucleares, presuntamente extraída de documentos del gobierno israelí. Esta acusación, no verificada independientemente, introduce un nuevo elemento de fricción en las ya complejas relaciones entre Irán y los organismos internacionales, así como con las potencias occidentales.
El Ministro de Asuntos Exteriores iraní, Abbas Araqchi, respaldó con firmeza la determinación del Parlamento de suspender la cooperación con el OIEA. Araqchi lanzó duras acusaciones contra Grossi, calificando su actuar de «perverso» y sugiriendo que el jefe del organismo nuclear internacional habría facilitado los ataques perpetrados por Estados Unidos e Israel contra la infraestructura iraní. Esta retórica, cargada de animosidad, refleja la profunda desconfianza de Teherán hacia las instituciones internacionales y las potencias occidentales.
La insistencia de Grossi en visitar los sitios bombardeados es vista por Araqchi como una «sospechosa» maniobra que podría ocultar intenciones maliciosas. El ministro iraní también afirmó que Grossi «estimuló directamente» al Consejo de Gobernadores del OIEA a adoptar una «resolución políticamente motivada contra Irán» en relación con su programa nuclear, la cual, según la narrativa iraní, sirvió de pretexto para los bombardeos. Estas declaraciones evidencian la percepción de Irán de ser objeto de una campaña coordinada.
La escalada de la crisis se remonta al 13 de junio de 2025, cuando instalaciones nucleares y militares iraníes fueron atacadas por Israel, resultando en la muerte de altos funcionarios y científicos. Posteriormente, el 22 de junio de 2025, bajo órdenes del Presidente de EE. UU., Donald Trump, aviones de combate estadounidenses atacaron sitios nucleares clave como Fordow, Isfahán y Natanz. Estos eventos han exacerbado la ya volátil situación regional, con Irán reivindicando su derecho a la autodefensa.
La negativa iraní a las inspecciones y la creciente confrontación con el OIEA auguran un futuro incierto para la diplomacia nuclear. La comunidad internacional, y en particular las grandes potencias, se enfrentan al desafío de encontrar un camino para desescalar las tensiones y asegurar la no proliferación. Sin una verificación transparente y constante, la confianza mutua se erosiona, lo que podría tener implicaciones de gran alcance para la estabilidad global y la seguridad regional.