El reciente asesinato de Kim Gómez, una niña de 7 años en La Plata durante el robo de un automóvil, ha intensificado el debate sobre la seguridad en la provincia de Buenos Aires. En respuesta a este trágico suceso, el presidente Javier Milei solicitó la renuncia del gobernador Axel Kicillof, proponiendo una intervención federal para abordar la creciente inseguridad en la región.
La intervención federal es una herramienta constitucional contemplada en el artículo 6º de la Constitución Nacional Argentina. Este mecanismo permite al Poder Ejecutivo asumir el control de una provincia en situaciones excepcionales, como garantizar la forma republicana de gobierno, repeler invasiones exteriores o a solicitud de las autoridades provinciales legítimas para restablecer el orden ante sediciones o invasiones de otra provincia. Sin embargo, su aplicación requiere la aprobación del Congreso Nacional, lo que añade una capa de complejidad política al proceso.
Históricamente, la intervención federal ha sido utilizada en diversas ocasiones. Por ejemplo, en 1991, durante la presidencia de Carlos Menem, la provincia de Tucumán fue intervenida, desplazando al gobernador José Domato y designando a Julio César Aráoz como interventor. Ese mismo año, Catamarca también fue intervenida tras el asesinato de María Soledad Morales, lo que derivó en la destitución del gobernador Ramón Saadi. En 1993, Santiago del Estero enfrentó una intervención debido al «Santiagueñazo», un estallido social provocado por la crisis económica, que resultó en el desplazamiento del gobernador Carlos Mujica y la designación de Juan Schiaretti como interventor.
La última intervención federal aplicada por ley ocurrió en 2004 en Santiago del Estero, durante la presidencia de Néstor Kirchner. Esta medida se tomó ante denuncias de espionaje a opositores, abusos policiales y corrupción en la gestión de la gobernadora Mercedes «Nina» Aragonés de Juárez. Estas intervenciones reflejan la gravedad de las situaciones que pueden llevar al gobierno federal a asumir el control de una provincia para restablecer el orden y la institucionalidad.
El presidente Milei argumenta que la situación actual en Buenos Aires, marcada por un aumento en los índices de criminalidad y violencia, justifica una intervención federal. No obstante, para avanzar en esta dirección, es necesario demostrar que se cumplen las condiciones establecidas en la Constitución y obtener el respaldo del Congreso. Este proceso implica un delicado equilibrio entre la autonomía provincial y la responsabilidad del gobierno federal de garantizar la seguridad y el orden público.
Por su parte, el gobernador Kicillof ha expresado su disposición a dialogar con el presidente para abordar conjuntamente la problemática de la inseguridad. Sin embargo, también ha manifestado su preocupación por la posible utilización política de estos hechos, advirtiendo sobre el riesgo de que se empleen con fines electorales en lugar de buscar soluciones efectivas para la ciudadanía. Este intercambio subraya la complejidad de implementar una intervención federal, que no solo requiere fundamentos legales sólidos, sino también un consenso político que respalde una medida de tal magnitud.