Un terremoto de magnitud 7,7 sacudió el sudeste asiático, afectando principalmente a Myanmar y Tailandia. El sismo, ocurrido el viernes, ha dejado hasta el momento más de 1.600 muertos y al menos 3.400 heridos, según informes oficiales.
El epicentro se localizó cerca de Mandalay, en Myanmar, y debido a su escasa profundidad y a las deficientes infraestructuras de la región, los daños han sido significativos. En Myanmar, se reportan más de 1.600 fallecidos, mientras que en Tailandia, las autoridades informan sobre el colapso de un rascacielo en Bangkok, con varias víctimas fatales y personas atrapadas.
La comunidad internacional ha respondido rápidamente al desastre. Países como China, Estados Unidos, India, Rusia, Malasia y Singapur han enviado ayuda humanitaria y equipos de rescate. La ONU y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) también están coordinando esfuerzos para asistir a los afectados.
Las labores de rescate se ven obstaculizadas por la destrucción de infraestructuras clave, como puentes y carreteras, lo que dificulta el acceso a las zonas más afectadas. Además, la falta de equipos pesados y recursos médicos complica la atención a los heridos y la búsqueda de sobrevivientes entre los escombros.
Este terremoto es el más fuerte registrado en Myanmar en más de un siglo, superando en magnitud al ocurrido en 1912 en Taunggyi. La situación se agrava debido a la inestabilidad política en Myanmar tras el golpe de Estado de 2021, lo que complica la coordinación de los esfuerzos de ayuda y reconstrucción.
Las autoridades locales y organizaciones internacionales continúan trabajando para brindar asistencia a los damnificados y evaluar el alcance total de los daños, mientras la cifra de víctimas podría seguir aumentando en las próximas horas.