La celebración del Día del Niño en 2025 dejó un sabor amargo para el sector minorista de juguetes en Argentina, con una drástica caída del 52% en las ventas interanuales en términos de unidades. Este significativo retroceso se produce a pesar de un notable repunte en el comercio electrónico, que si bien mostró dinamismo, no logró compensar la merma general del consumo. La cifra, divulgada por la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ), enciende alarmas sobre el poder adquisitivo de las familias y el impacto de la coyuntura económica en el consumo no esencial.
El declive en las ventas se atribuye principalmente a la persistente inflación y la consecuente pérdida del poder adquisitivo de los salarios. Las familias, frente a la necesidad de priorizar gastos esenciales, han ajustado sus presupuestos, relegando la compra de juguetes a un segundo plano o buscando opciones más económicas. Este fenómeno se replica en diversos rubros del consumo masivo, evidenciando un patrón de ajuste en los hogares argentinos.
Según un informe de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), la disminución en las ventas de juguetes es parte de una tendencia más amplia de contracción en el comercio minorista. Si bien el comercio electrónico experimentó un crecimiento del 25% en facturación, esta expansión se diluye al considerar la base de unidades vendidas y el impacto de la inflación en los precios. La migración de consumidores a plataformas online, si bien representa un avance en la digitalización, no ha sido suficiente para revertir el panorama recesivo.
Expertos en consumo y economistas coinciden en señalar que la performance del Día del Niño es un termómetro del estado de la economía doméstica. «La caída de más de la mitad en las ventas de juguetes es un indicador preocupante del estrés financiero que atraviesan las familias», afirmó un analista de mercado consultado. Agregó que «la esperanza de una recuperación en el segundo semestre se ve desafiada por estos datos, que sugieren una contracción más profunda de lo esperado en el consumo privado.»
Los fabricantes y comerciantes del sector juguetero se encuentran en una encrucijada, buscando estrategias para estimular la demanda en un contexto adverso. Las promociones agresivas y las facilidades de pago han sido herramientas recurrentes, pero su eficacia se ve limitada por la disminución generalizada del ingreso disponible. El desafío es mayúsculo para un sector que históricamente dependió de fechas clave como el Día del Niño para dinamizar sus operaciones.
De cara al futuro, la recuperación del sector dependerá en gran medida de la evolución de las variables macroeconómicas, en particular de la desaceleración inflacionaria y la recuperación del poder adquisitivo. Mientras tanto, la industria del juguete deberá adaptarse a un escenario de consumo más austero y buscar innovar en sus propuestas para captar la atención de un público cada vez más cauteloso en sus gastos. La resiliencia del sector será puesta a prueba en los próximos meses.















