La interna en Boca Juniors sumó un nuevo capítulo de alto voltaje esta semana, cuando Martín Palermo, máximo goleador histórico del club, respondió públicamente a los recientes dichos de Jorge «Chicho» Serna, miembro del Consejo de Fútbol xeneize. El cruce de declaraciones reavivó una antigua discusión sobre la «mística» y el legado del exitoso ciclo de Carlos Bianchi, generando un intenso debate entre los hinchas y el ambiente futbolístico.
Chicho Serna, en una entrevista televisiva, había sostenido que el equipo de Bianchi «malacostumbró a los hinchas a ganar siempre», en alusión a la inigualable racha de títulos que incluyó tres Copas Libertadores (2000, 2001, 2003) y dos Intercontinentales (2000 y 2003). Esta afirmación, lejos de ser interpretada como un elogio al pasado glorioso, pareció deslizar una crítica velada sobre las expectativas que aquel período sembró en la afición, sugiriendo una posible carga para las generaciones futuras de jugadores.
La réplica de Palermo no se hizo esperar. El «Titán» cuestionó la noción de «malacostumbrar» al hincha por la vía del triunfo. En sus declaraciones, enfatizó la importancia de reconocer la totalidad de la rica historia boquense, más allá del período dorado que él mismo protagonizó. Para Palermo, el problema no radica en el éxito, sino en la incapacidad de la institución de replicar esa senda ganadora y de transmitir la esencia que llevó al club a la cima.
El contexto de esta discusión se enmarca en un período de definiciones para Boca Juniors, que busca recuperar su protagonismo internacional tras una «pálida participación» en el Mundial de Clubes y dos años consecutivos sin clasificar a la Copa Libertadores. La ausencia del club en la máxima competición continental añade presión a la dirigencia actual y revive el fantasma de la comparación con épocas de mayor esplendor, en las que la camiseta azul y oro era sinónimo de finales y copas.
Expertos y voces autorizadas del club han intervenido en la polémica. Jorge Ribolzi, otra figura histórica, también criticó los comentarios de Serna, subrayando que la grandeza de Boca Juniors trasciende ampliamente la década de los 2000, un mensaje que resuena con la perspectiva de Palermo. Este contrapunto expone las diferentes visiones sobre cómo se debe gestionar el peso de la historia y el legado en un club con la magnitud y la exigencia de Boca.
Este intercambio entre ídolos, lejos de ser un mero roce personal, subraya la profunda preocupación por el presente y futuro de Boca Juniors. La «mística» a la que apeló Palermo, ese intangible que combinaba garra, calidad y una mentalidad ganadora, se erige como el verdadero desafío. Recuperar esa esencia y aprender del pasado glorioso, sin que se convierta en una carga, será fundamental para que el club pueda volver a competir en lo más alto del fútbol sudamericano y mundial, consolidando un proyecto deportivo que honre su vasta historia.