La goleada 5-0 de Boca Juniors sobre Newell’s Old Boys en La Bombonera fue mucho más que un resultado abultado; fue una jornada de catarsis emocional que combinó el imperativo deportivo con un fuerte mensaje de identidad y rivalidad. El Xeneize no solo se acomodó en los puestos de vanguardia de la Zona A del Torneo Clausura, sino que aprovechó la plataforma para rendir homenaje a sus figuras y saldar cuentas con el pasado reciente, especialmente con el director técnico visitante, Cristian Fabbiani.
Desde el pitido inicial, el ambiente en el estadio reflejó la necesidad de un triunfo contundente. La afición brindó un apoyo explícito a figuras clave: Agustín Marchesín, quien venía de cuestionamientos en redes, fue respaldado con aplausos. Sin embargo, los verdaderos protagonistas en el afecto popular fueron Leandro Paredes y Miguel Merentiel, vitoreados en cada movimiento y convertidos en los estandartes del sentir bostero. Esta unidad en las tribunas cimentó el apoyo necesario para un equipo que debía ganar sí o sí para escalar posiciones.
El momento cúspide de la jornada social fue el homenaje no institucionalizado a Leandro Paredes. Al saltar el equipo al campo, se desplegó un imponente telón con la firma de «La Barra de Boca» y la imagen del campeón del mundo, acompañado del lema «Sigan viendo». Este mensaje, cargado de simbolismo y referente a la mentalidad ganadora, subraya el inmenso peso que tiene Paredes como ícono de la actualidad xeneize y refuerza la conexión emocional entre la tribuna y el futbolista, proyectando su figura como una leyenda viva del club.
En el banco de enfrente, el entrenador de Newell’s, Cristian Fabbiani, se convirtió en el blanco central de la animosidad local. Conocido hincha de River Plate, el «Ogro» fue objeto de un coro ensordecedor de silbidos y cánticos como «Vos sos de la B». La goleada 5-0 no hizo más que intensificar el escarnio, que alcanzó su punto álgido tras el tercer gol de Boca. Este episodio fue interpretado por la hinchada como una revancha directa a las declaraciones «ácidas» que Fabbiani había realizado el semestre pasado tras vencer al Xeneize, convirtiendo su peor derrota como DT en una humillación simbólica.
En el plano deportivo, la eficacia de Boca se construyó sobre figuras determinantes como Milton Giménez. Curiosamente, en medio de la euforia, la situación de Darío Benedetto requirió una corrección de la narrativa social. Aunque recibió silbidos al calentar, la voz del estadio y la respuesta mayoritaria de la afición al ingresar al campo se tradujeron en aplausos, mitigando los rumores de un repudio generalizado. Este apoyo, sumado al primer gol de Lautaro Blanco, marcó un giro hacia una nueva camada de héroes, mientras la vieja guardia busca reinsertarse.
Con este resultado, Boca Juniors consolida su posición y, más importante aún, llega con un tanque de moral recargado a un tramo final del torneo extremadamente exigente, que incluye visitas a Barracas Central, Belgrano, Estudiantes, y el Superclásico en la propia Bombonera. La exhibición ante Newell’s, combinada con el fervor de la hinchada y el impacto mediático del telón de Paredes, sirve como una declaración de intenciones: Boca buscará afrontar la recta final con la misma contundencia y pasión que desplegó en esta memorable goleada.