El Gobierno ha lanzado una estrategia económica conocida como el «Plan Aspiradora», que busca absorber pesos de la calle mediante la eliminación de trabas y una política de tipo de cambio real elevado. Este plan, que contrasta con el «Plan Platita» de gobiernos anteriores, busca reducir la inflación y estabilizar la economía. La iniciativa se despliega en un contexto de elecciones, y sus efectos son objeto de debate entre los analistas económicos.

La implementación del «Plan Aspiradora» ha coincidido con una recesión que ha afectado significativamente el poder adquisitivo de los ciudadanos. La contracción del consumo se evidencia en la disminución de las ventas minoristas y una caída en la actividad de la construcción y la industria. No obstante, el Gobierno defiende que esta fase es necesaria para sanear las variables macroeconómicas y sentar las bases de un crecimiento sostenible a largo plazo.
Según un informe reciente del Ministerio de Economía, la política de tipo de cambio real elevado busca fomentar las exportaciones y desincentivar las importaciones, lo que contribuiría a fortalecer las reservas del Banco Central. Este enfoque, aunque genera críticas por su impacto en el poder de compra de los salarios, es visto por la administración como una herramienta clave para alcanzar el superávit comercial.
Expertos del sector, como el economista Miguel Ángel Boggiano, señalan que el «Plan Aspiradora» no está diseñado para dinamizar el consumo en el corto plazo, sino para contener la inflación y generar una base de estabilidad. La estrategia del Gobierno se diferencia de medidas populistas, optando por una «receta» más ortodoxa que prioriza el equilibrio fiscal y la acumulación de reservas.
La perspectiva de una reactivación del consumo antes de las elecciones parece lejana. Los datos de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) indican que las ventas minoristas continúan en caída, y las expectativas del mercado no son optimistas en el corto plazo. No obstante, el Gobierno confía en que los efectos de sus políticas se sentirán en el mediano plazo, con una reducción sostenida de la inflación y un repunte de la actividad económica.
El «Plan Aspiradora» representa una apuesta arriesgada del Gobierno en un contexto de alta sensibilidad social y política. La estrategia se basa en la convicción de que la estabilidad macroeconómica es el único camino para la prosperidad a largo plazo. Sin embargo, el desafío será mantener el apoyo de la sociedad mientras se atraviesa una etapa de recesión, y el resultado de las elecciones podría ser un referéndum sobre la viabilidad de este plan.















