En un claro mensaje de firmeza institucional, el Gobierno nacional ha minimizado el impacto de las recientes movilizaciones en apoyo a la ex presidenta Cristina Kirchner, reafirmando que no permitirán que la presión popular influya en las decisiones del Poder Judicial. Esta postura fue explicitada por altos funcionarios, quienes subrayaron la independencia de la Justicia frente a las manifestaciones.
La administración actual ha sido categórica al señalar que, si bien se respeta el derecho a la protesta, las concentraciones callejeras no tienen la capacidad de alterar o «torcer» los procesos y veredictos judiciales. Esta declaración busca sentar un precedente sobre la autonomía del sistema de justicia en Argentina, desvinculándola de cualquier intento de injerencia política o social.
El Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, fue una de las voces principales en esta postura, no solo minimizando el alcance de las marchas, sino también defendiendo públicamente el beneficio de arresto domiciliario otorgado a Cristina Kirchner, en línea con lo estipulado por la ley para personas de su edad y condición. Sus declaraciones refuerzan la idea de un Poder Ejecutivo que avala los procedimientos legales vigentes.
En un gesto que subraya la importancia que el Gobierno le otorga a la seguridad y al orden en torno a los eventos judiciales de alto perfil, la Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, decidió cancelar un viaje programado a Washington. Esta decisión le permitió supervisar personalmente el operativo de seguridad desplegado en el contexto de la comparecencia de la ex mandataria ante la justicia, garantizando el control y la contención de las manifestaciones.
La tensión entre el ámbito político y el judicial se ha mantenido elevada en Argentina, con recurrentes debates sobre los límites de la intervención del Ejecutivo en las causas que involucran a figuras de alto perfil. La insistencia del Gobierno en que «ningún apoyo público puede cambiar una decisión judicial» se inscribe en esta dinámica, buscando fortalecer la percepción de un Estado de derecho inquebrantable.
Este episodio marca una línea clara en la política gubernamental: la inalterabilidad de las sentencias judiciales por presiones externas. La reafirmación de la autonomía judicial, en este contexto, no solo busca garantizar el cumplimiento de la ley, sino también enviar una señal de estabilidad institucional. El futuro de la ex presidenta, en consecuencia, seguirá desarrollándose en el ámbito judicial, al margen de las dinámicas de la plaza pública, consolidando una jurisprudencia de independencia de poderes.