Ciudad del Vaticano — En una emotiva ceremonia realizada este lunes en la Ciudad del Vaticano, el papa Francisco encabezó la conmemoración del 40° aniversario del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile, un acuerdo histórico que en 1984 evitó un conflicto bélico entre los dos países sudamericanos. En su discurso, el pontífice destacó el tratado como un modelo ejemplar de resolución pacífica de controversias, subrayando la importancia del diálogo y la mediación como herramientas fundamentales para resolver tensiones internacionales.
“El Tratado de Paz entre Argentina y Chile es un faro de esperanza que nos recuerda que, incluso en los momentos de mayor tensión, es posible construir puentes en lugar de muros”, expresó Francisco ante una audiencia que incluyó representantes diplomáticos, autoridades eclesiásticas y figuras clave en el proceso de mediación que culminó con la firma del acuerdo.
Un conflicto al borde de la guerra
El Tratado de Paz y Amistad, firmado el 29 de noviembre de 1984 y mediado por el Vaticano bajo el liderazgo del entonces papa Juan Pablo II, puso fin a una disputa territorial en el Canal de Beagle que había escalado peligrosamente en la década de 1970. La mediación fue dirigida por el cardenal Antonio Samorè, quien logró encauzar las negociaciones hacia un acuerdo definitivo que evitó una guerra inminente.
El papa Francisco, argentino de nacimiento y testigo del clima de tensión que marcó esa época, resaltó el rol crucial de la diplomacia y la disposición al entendimiento mutuo. «El compromiso de ambas naciones de privilegiar la paz sobre la confrontación debe ser un recordatorio constante para los líderes del mundo actual, donde tantas disputas se resuelven con violencia y división», añadió.
Un mensaje para el mundo
En un contexto global marcado por crecientes conflictos territoriales y tensiones geopolíticas, el pontífice hizo un llamado a las naciones a inspirarse en el ejemplo de Argentina y Chile. «Este tratado nos enseña que el diálogo sincero y la mediación desinteresada no solo son posibles, sino que son imperativos éticos y políticos en un mundo que clama por soluciones pacíficas», subrayó.
La ceremonia incluyó también testimonios de protagonistas de la época, como exdiplomáticos y expertos en derecho internacional, quienes recordaron los desafíos que implicaron las negociaciones y destacaron el papel del Vaticano como mediador imparcial. Francisco cerró el acto invitando a los presentes a reflexionar sobre el valor de la paz y a renovar el compromiso de trabajar por un mundo donde las diferencias no conduzcan al enfrentamiento, sino a la reconciliación.