El dramático caso de un bebé de tres meses internado de urgencia tras sufrir una intoxicación por fentanilo ha encendido las alarmas sobre la alarmante penetración de esta droga sintética en el país. El menor, que sobrevive a una grave infección, habría sido expuesto al fentanilo a través de su madre, lo que pone de manifiesto la creciente amenaza que representa esta sustancia, una de las más potentes y letales del mercado. Este incidente, que conmociona a la sociedad, se erige como una trágica advertencia de que la crisis de opioides, que ha devastado a países como Estados Unidos y Canadá, ya no es un problema lejano, sino una realidad incipiente en nuestro territorio.
La investigación del caso reveló que la madre, quien padece de adicción, habría consumido fentanilo contaminado. La sustancia, que puede ser hasta 50 veces más potente que la heroína, pudo haber llegado al bebé a través de la leche materna o por contacto indirecto, una vía de exposición inesperada y extremadamente peligrosa. El fentanilo, que en su forma farmacéutica es un analgésico potente, ha sido desviado al mercado ilegal, donde es mezclado con otras drogas o vendido de manera pura, con consecuencias devastadoras para quienes lo consumen, incluso en dosis mínimas.
Según expertos en toxicología y salud pública, la presencia de fentanilo en el país ya no es esporádica. Si bien el consumo no ha alcanzado las magnitudes observadas en otras latitudes, los casos de intoxicación y las incautaciones policiales se han incrementado en el último año. La droga es relativamente económica de producir y fácil de traficar, lo que la convierte en una alternativa atractiva para las redes criminales. Este caso pone en evidencia la necesidad urgente de intensificar los controles en las fronteras y en los laboratorios clandestinos, para evitar la proliferación de esta sustancia letal.
El impacto social de un caso como este es inmenso. Más allá del sufrimiento del bebé y su familia, la noticia genera pánico y desconfianza en la población, que ve cómo una de las peores pesadillas del narcotráfico global se asoma en el país. El caso no solo expone las fallas en el sistema de salud y de seguridad para abordar esta nueva amenaza, sino que también subraya la vulnerabilidad de los grupos más desfavorecidos, donde la adicción y el crimen organizado suelen encontrar un terreno fértil.
Organismos internacionales como la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) han advertido repetidamente a los gobiernos de América Latina sobre el inminente peligro del fentanilo. En Argentina, la lucha contra esta droga requiere de una estrategia integral que combine la prevención, la represión del narcotráfico y la asistencia a los adictos. La capacitación de los equipos de salud para identificar y tratar las intoxicaciones por opioides, así como la implementación de programas de reducción de daños, son cruciales para mitigar el impacto de esta crisis.
El caso del bebé de tres meses no es solo una noticia, es un llamado de atención. Es un recordatorio de que la inacción frente a la crisis del fentanilo puede tener consecuencias fatales para los más vulnerables de nuestra sociedad. La batalla contra esta droga no es solo una cuestión de seguridad, sino de salud pública y de protección de la infancia, y requerirá de la coordinación de todos los actores del Estado y de la sociedad para evitar que esta tragedia se convierta en una epidemia.