Los gobernadores oficialistas comenzaron a moverse rápidamente ante el ajuste fiscal de USD 20.000 millones que el presidente Javier Milei exige para 2025. La reducción del gasto público, que forma parte de su plan de estabilización económica, ha generado preocupaciones entre los mandatarios provinciales, quienes advierten que un ajuste de tal magnitud podría tener consecuencias políticas negativas en un año electoral clave. Muchos de ellos consideran que el recorte es «demasiado ambicioso» y temen que su implementación pueda afectar sus chances en las urnas.
En los primeros encuentros de negociación, los gobernadores han planteado alternativas para evitar un ajuste drástico en sus distritos. La principal estrategia ha sido acelerar la gestión de obras públicas ya planificadas y buscar nuevos préstamos internacionales que ayuden a amortiguar el impacto. Estas obras, que permitirían mantener el nivel de empleo y dinamizar la economía local, se presentan como un recurso esencial para mitigar el ajuste y sostener el respaldo electoral.

El presidente Milei, por su parte, ha reiterado que la reducción del gasto público es un eje central de su política económica y que será clave para estabilizar las cuentas fiscales de cara a 2025. Sin embargo, en su discurso también dejó la puerta abierta a eventuales negociaciones, siempre que las provincias demuestren avances en la eficiencia del gasto y en la reducción del déficit. “No se trata solo de recortar, sino de gastar mejor”, afirmó el mandatario en un reciente encuentro con los gobernadores.
El debate sobre el Presupuesto 2025 será el escenario donde se dirima esta pulseada entre la administración central y las provincias. Aunque Milei busca avanzar con la reducción, los gobernadores han comenzado a explorar otras alternativas, como la posibilidad de aumentar la coparticipación o acceder a líneas de crédito internacionales con mejores condiciones. Los mandatarios provinciales también presionan para que el Gobierno Nacional asuma un mayor compromiso en la financiación de las obras públicas estratégicas.
Uno de los puntos más delicados en la negociación es la percepción de que las provincias más pequeñas o con economías menos diversificadas serán las más perjudicadas por el ajuste. Gobernadores del norte argentino, en particular, han advertido que un recorte del 20% en sus presupuestos podría tener efectos devastadores en términos de empleo y servicios esenciales. “No podemos aceptar que el ajuste recaiga de manera desproporcionada sobre nuestras provincias”, señaló un dirigente del norte.
Por otro lado, algunos gobernadores están explorando vías de financiamiento internacional. La posibilidad de acceder a préstamos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) o del Banco Mundial es una de las cartas que varias provincias están evaluando. Estos fondos permitirían financiar proyectos de infraestructura sin cargar directamente sobre sus presupuestos corrientes, lo que les daría margen para cumplir con las exigencias de ajuste sin paralizar la obra pública.
A medida que avanzan las negociaciones, queda claro que el consenso no será fácil de lograr. Mientras Milei y su equipo económico insisten en la necesidad de ajustes para estabilizar la macroeconomía, los gobernadores oficialistas intentan equilibrar las demandas del Gobierno Nacional con las necesidades políticas de sus distritos. El desafío será encontrar un punto intermedio que permita avanzar en las reformas sin comprometer el apoyo electoral en 2025.
La próxima ronda de negociaciones se llevará a cabo en las próximas semanas, y se espera que los gobernadores lleguen con propuestas concretas que incluyan la reestructuración de obras públicas y un enfoque más gradual del ajuste. Aunque las posiciones están alejadas, tanto el Gobierno Nacional como las provincias coinciden en que el ajuste es inevitable, pero la manera en que se implementará será crucial para determinar su impacto político y económico en los próximos años.