La provincia de Córdoba enfrenta un nuevo desafío con la reactivación de tres focos de incendios forestales que afectan principalmente a las zonas de Chancaní, norte de Punilla y Traslasierra. Aunque dos de estos incendios han sido controlados parcialmente, la situación continúa siendo crítica en Chancaní, donde trabajan incansablemente unos 550 brigadistas para evitar que el fuego se propague hacia áreas pobladas. La lucha contra el fuego en esta región es especialmente complicada debido a las condiciones del terreno y los fuertes vientos que han dificultado las tareas de contención.
El secretario de Gestión de Riesgo Climático y Catástrofes de la provincia, Claudio Vignetta, informó que los dos focos más controlados presentan una situación “estabilizada”, pero la extensión del incendio en Chancaní sigue siendo preocupante. En esta localidad, los brigadistas enfrentan temperaturas elevadas y ráfagas de viento que complican el control del fuego, poniendo en riesgo varias hectáreas de bosque nativo y la biodiversidad de la región.
Las autoridades locales han destacado el esfuerzo conjunto de los equipos de bomberos, aviones hidrantes y helicópteros en las zonas afectadas, que continúan trabajando a contrarreloj para evitar que el fuego se acerque a zonas residenciales. A pesar de las dificultades, los equipos lograron establecer cortafuegos en algunos sectores, lo que ha permitido reducir parcialmente el avance de las llamas en áreas específicas. Sin embargo, el peligro persiste, especialmente en Chancaní, que es una de las áreas más golpeadas por los incendios forestales este año.
La esperanza para muchos está puesta en las lluvias pronosticadas para las próximas horas, las cuales podrían ser clave para controlar los focos restantes. El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) ha emitido un aviso por la llegada de precipitaciones, que se espera comiencen durante la noche. No obstante, las autoridades advierten que la magnitud de las lluvias será determinante, ya que si los milimetrajes no son suficientes, los incendios podrían continuar activos. Los habitantes de las zonas afectadas, que han visto cómo las llamas avanzan hacia sus hogares y campos, aguardan con expectativa la llegada del alivio climático.
El impacto de los incendios en Córdoba no solo ha afectado al medio ambiente, sino también a las comunidades rurales que dependen de la tierra para su sustento. Según las primeras estimaciones, miles de hectáreas han sido consumidas por las llamas, y el daño a la flora y fauna es significativo. El gobierno provincial ha declarado el estado de emergencia en varias áreas y ha pedido asistencia al gobierno nacional para fortalecer los recursos disponibles en la lucha contra los incendios.
La situación en Chancaní, en particular, ha generado preocupación entre los expertos medioambientales, quienes alertan sobre las consecuencias a largo plazo de la pérdida del bosque nativo. Este tipo de ecosistema es fundamental para la biodiversidad local y actúa como un regulador natural del clima. La pérdida de grandes extensiones de bosque podría tener un impacto duradero en la capacidad de la región para recuperarse, afectando no solo a la naturaleza, sino también a las comunidades que dependen de ella.
En paralelo, los vecinos de las zonas más afectadas han comenzado a organizarse para proteger sus propiedades y ganado. Muchos han sido evacuados de manera preventiva, mientras que otros han optado por quedarse para ayudar a los brigadistas en las tareas de contención. Las historias de solidaridad y trabajo conjunto son recurrentes en medio de la tragedia, y muchos habitantes han ofrecido alimentos y agua a quienes luchan en primera línea contra el fuego .
Con la expectativa de las lluvias y el intenso trabajo de los bomberos y brigadistas, las autoridades esperan que la situación se estabilice en los próximos días. No obstante, la alerta continúa vigente, y el gobierno de Córdoba ha instado a la población a seguir las recomendaciones de protección civil, especialmente en áreas cercanas a los focos activos. La prioridad ahora es evitar la propagación del fuego y minimizar los daños en las zonas residenciales y áreas protegidas.