El Partido Justicialista (PJ) atraviesa una tormenta perfecta en pleno año electoral, con internas fracturadas, intervenciones judiciales y derrotas en distritos históricamente peronistas. Analistas advierten que la falta de unidad y el desgaste de liderazgos tradicionales podrían costarle caro al oficialismo en las próximas elecciones.
Fuentes internas revelan que al menos cinco provincias están en pugna por candidaturas, con sectores kirchneristas y «anti-K» sin acuerdos. La reciente derrota en La Rioja, bastión de los Menem, encendió las alarmas. «Es un terremoto político», admitió un legislador bajo anonimato.
La Justicia también complica al PJ: tres intendentes fueron procesados por corrupción en el último mes, y la Corte evalúa intervenir el partido en Córdoba por irregularidades en sus elecciones internas. Expertos legales hablan de un «efecto dominó» que debilita su estructura.
En el Congreso, la oposición capitaliza el caos: impulsan una comisión investigadora sobre financiamiento irregular de campañas. «El PJ ya no es el gigante que era», afirmó un diputado de Juntos por el Cambio, mientras exhibía encuestas que muestran una caída del 12% en intención de voto.
Ante este escenario, Cristina Fernández de Kirchner buscaría relanzar su frente con sectores aliados, pero enfrenta resistencias de gobernadores como Axel Kicillof, quien pide «autocrítica». El riesgo de una fragmentación definitiva crece.
Mientras tanto, el Gobierno nacional intenta desviar la atención con anuncios económicos, pero el malestar social por la inflación y el ajuste profundiza la crisis. El PJ parece navegar sin brújula en un año que podría redefinir su futuro.