El Ejército de Israel llevó a cabo un intenso operativo militar contra más de 70 objetivos pertenecientes a Hezbollah en el sur del Líbano, en respuesta a una serie de ataques transfronterizos lanzados por el grupo militante. Entre los blancos alcanzados se encuentran depósitos de municiones, plataformas de lanzamiento de cohetes y otros puntos estratégicos utilizados por la organización respaldada por Irán. Este bombardeo es parte de un conflicto que ha escalado en los últimos días, intensificando las tensiones entre Israel y Hezbollah, una de las principales facciones armadas en la región.
Según fuentes militares israelíes, los ataques aéreos apuntaron a infraestructuras claves que el grupo terrorista ha utilizado para lanzar ataques con proyectiles hacia territorio israelí. Estos ataques ocurrieron tras un incremento en la actividad militar a lo largo de la frontera norte de Israel, donde Hezbollah ha intensificado su presencia y acciones armadas en las últimas semanas. El Ejército de Israel ha asegurado que continuará respondiendo con firmeza a cualquier ataque que provenga de territorio libanés.
Hezbollah, respaldado por Irán y considerado una organización terrorista por varios países occidentales, ha sido un actor clave en la guerra civil de Siria, apoyando al régimen de Bashar al-Assad. En las últimas semanas, el grupo ha reforzado su presencia en la frontera con Israel, y según informes, ha lanzado varios cohetes y misiles hacia el norte del país. Este nuevo enfrentamiento se produce en medio de una situación de alta tensión en la región, con un panorama de inestabilidad política tanto en Líbano como en Israel.
El gobierno de Israel ha dejado claro que su intención es neutralizar cualquier amenaza directa proveniente de Hezbollah, argumentando que no permitirá que el grupo establezca una infraestructura militar significativa cerca de su frontera. Funcionarios israelíes han señalado que estos ataques son preventivos, con el objetivo de impedir futuros lanzamientos de proyectiles que podrían poner en riesgo la seguridad de sus ciudadanos.
Por su parte, Hezbollah ha condenado los ataques israelíes, calificándolos de «actos de agresión» y prometiendo que habrá represalias. El líder del grupo, Hassan Nasrallah, ha mantenido un discurso desafiante, advirtiendo que cualquier ataque contra sus posiciones será respondido con fuerza. El grupo proiraní cuenta con un vasto arsenal de cohetes y misiles que ha utilizado en conflictos pasados contra Israel, lo que genera preocupación por una posible escalada mayor del conflicto.
La comunidad internacional ha expresado su preocupación por la creciente violencia en la frontera entre Israel y el Líbano. Naciones Unidas y varios países occidentales han instado a ambas partes a ejercer moderación y evitar un conflicto a gran escala. El Consejo de Seguridad de la ONU ha convocado a una reunión de emergencia para abordar la situación, en un intento de frenar la escalada militar y fomentar una solución diplomática.
Este conflicto no es nuevo en la región. Israel y Hezbollah ya se enfrentaron en una guerra devastadora en 2006, que dejó miles de muertos y una infraestructura civil severamente dañada, especialmente en el Líbano. Desde entonces, ambas partes han mantenido un frágil equilibrio de poder, aunque las tensiones han aumentado de manera intermitente. La reciente serie de ataques marca uno de los momentos más críticos en la relación entre ambos actores desde esa guerra.
En este contexto, la población civil, tanto en el sur del Líbano como en el norte de Israel, está sufriendo las consecuencias de los enfrentamientos. Decenas de miles de personas en ambos lados de la frontera han sido desplazadas, y los residentes viven bajo constante amenaza de nuevos ataques. A medida que continúan los bombardeos, la incertidumbre crece, y la región se encuentra al borde de una nueva escalada bélica que podría tener consecuencias devastadoras para la estabilidad del Medio Oriente.