Boca Juniors no logra levantar cabeza y, tras el empate ante Central Córdoba, una estadística alarmante ha puesto de relieve el principal problema del equipo: la falta de efectividad. El conjunto de La Ribera dominó el partido, generó múltiples situaciones de gol, pero no pudo concretar ninguna de ellas, lo que lo llevó a un resultado frustrante que compromete sus aspiraciones en el campeonato. Esta ineficacia ofensiva, que se ha vuelto una constante en los últimos encuentros, es un síntoma de un problema mucho más profundo que el cuerpo técnico deberá resolver urgentemente si aspira a pelear en la parte alta de la tabla.
Según datos del encuentro, Boca realizó un total de 18 remates al arco a lo largo de los 90 minutos, pero solo cinco de ellos fueron entre los tres palos. Este dato es particularmente preocupante, ya que refleja una incapacidad no solo para convertir, sino también para dirigir los disparos con precisión. El equipo ha mostrado destellos de buen fútbol en la creación de juego, con una circulación de balón aceptable y la capacidad de llegar al área rival, pero todo ese esfuerzo se desvanece en el momento de la definición. La alarmante estadística sugiere que el problema no es de generación, sino de finalización de las jugadas.
La frustración del empate no es solo por los puntos perdidos, sino por la sensación de que el equipo no capitaliza el dominio territorial. Central Córdoba, un rival que se plantó con una estrategia defensiva, logró su cometido gracias a la falta de puntería de Boca. El planteo del conjunto rival, basado en el orden y la solidez en el fondo, fue suficiente para neutralizar los ataques del xeneize, que una y otra vez se estrelló contra su propia inoperancia. Esta situación táctica se repite cuando Boca enfrenta a equipos que se repliegan y le ceden la iniciativa.
El bajo rendimiento de los delanteros y mediocampistas ofensivos es un punto que preocupa a los hinchas y al cuerpo técnico. Varios de los jugadores clave en el ataque no atraviesan su mejor momento, y la falta de confianza se evidencia en cada remate desviado o en cada decisión equivocada en el área rival. La presión por convertir se ha vuelto una carga psicológica que parece afectar el desempeño individual. Este contexto exige una revisión profunda del trabajo ofensivo en los entrenamientos, con un enfoque en la definición y en la toma de decisiones bajo presión.
La falta de gol no es un problema aislado, sino una consecuencia de una dinámica de juego que necesita ser corregida. El equipo parece carecer de un plan B cuando la estrategia inicial de desborde y centro no funciona. El resultado ante Central Córdoba, un equipo que ha demostrado ser un rival directo en la mitad de la tabla, significa una pérdida de puntos vital que podría complicar el futuro de Boca en su lucha por la clasificación a las copas internacionales o por un lugar de privilegio en el campeonato.
Con la fase decisiva del campeonato a la vuelta de la esquina, el tiempo se agota para el cuerpo técnico. La inefectividad ofensiva es un problema que requiere una solución inmediata, ya sea a través de ajustes tácticos, cambios de nombres o un trabajo psicológico intensivo. Si Boca no logra encontrar la efectividad perdida, los próximos partidos serán un calvario y el equipo corre el riesgo de quedar rezagado, en una posición que no se condice con la historia y la jerarquía de una de las instituciones más grandes del país.