La administración del presidente Javier Milei atraviesa su momento de mayor turbulencia interna. Diferentes focos de tensión y disputas entre figuras clave de la Casa Rosada y la estructura de La Libertad Avanza (LLA) han escalado a su «pico máximo», generando un clamor generalizado dentro del propio oficialismo para que el mandatario intervenga personalmente y restablezca el orden. Esta crisis de alineamiento interno amenaza con socavar la gobernabilidad y enturbiar la estrategia electoral en la recta final hacia los comicios legislativos.
El conflicto se manifiesta en varios ejes: por un lado, la tensión entre el ala de los «libertarios puros» y los sectores que abogan por una mayor «amplitud» política para asegurar la gobernabilidad post-octubre. Por otro, existen marcadas rispideces y superposiciones de funciones entre figuras que forman parte del círculo de máxima confianza del Presidente, incluyendo a su hermana, Karina Milei, y el asesor Santiago Caputo, con otros ministros y funcionarios de alto rango.
Los cortocircuitos internos no son solo de índole personal; reflejan una lucha por la definición del rumbo político del Gobierno. Mientras una facción presiona por mantener la ortodoxia ideológica a ultranza, otra, con una mirada más pragmática, reconoce la necesidad de construir consensos en el Congreso. Este debate se intensificó tras el espaldarazo financiero de Estados Unidos, que, según trascendió, incluyó una solicitud concisa: mayor control político en el Poder Legislativo para garantizar la estabilidad.
Fuentes inobjetables de la Casa Rosada coinciden en que, si bien se está diagramando un plan para ampliar la base de apoyo legislativo y dialogar con gobernadores ‘amigables’, el éxito de esta estrategia requiere una «alineación interna» previa. La falta de claridad en la línea de mando y las luchas intestinas envían señales de debilidad a los posibles aliados y a los mercados, que ya mostraron su cautela ante la volatilidad política argentina.
El panorama se complica de cara a octubre, ya que la oposición ha intensificado una agenda en el Congreso que buscará interpelar y poner en aprietos a la cúpula del Ejecutivo, incluyendo pedidos de mociones de censura e interpelaciones a funcionarios de alto nivel. Sin una conducción política unificada, estos ataques legislativos podrían encontrar al Gobierno con la guardia baja, mermando su capacidad de defensa y negociación.
Ante el desborde y la multiplicación de las disputas que se filtran a la prensa, la demanda para que el Presidente tome el control es unánime en el entorno cercano. La expectativa es que, una vez finalizada la gira internacional y asentado el apoyo externo, Milei debe emitir un discurso «componedor» y, sobre todo, impartir directrices inobjetables para terminar con la puja de poder. Solo la intervención directa del jefe de Estado, sostienen los analistas, podrá encauzar a su coalición de gobierno y enfocar los esfuerzos exclusivamente en la contienda electoral y la gestión.