La intensa y sostenida actividad diplomática del jefe de Gabinete argentino, Guillermo Francos, con delegaciones de la República Popular China está siendo observada con creciente inquietud por la administración de Donald Trump en Estados Unidos. El registro de encuentros del funcionario, que asciende a cerca de 50 reuniones con altos ejecutivos, diplomáticos y miembros clave de la embajada china entre octubre de 2024 y julio de 2025, es interpretado por influyentes referentes del trumpismo como una señal de ambigüedad de alto riesgo en el contexto de la competencia geopolítica global.
La preocupación de Washington trasciende la mera agenda del jefe de Gabinete. Para el entorno de Trump, que impulsa una realineación estratégica de Argentina con Occidente, esta frecuencia de contactos con Beijing pone en duda el compromiso del gobierno de Javier Milei con la política de distanciamiento de China que la Casa Blanca ha buscado promover en América Latina. Esta inquietud fue confirmada por el consultor estadounidense Barry Bennett, asesor clave del trumpismo, quien transmitió su preocupación a referentes oficialistas y aliados durante reuniones recientes en Buenos Aires.
El análisis de los protagonistas recurrentes en el despacho de Francos revela el foco estratégico de la influencia china en Argentina: infraestructura, energía y minerales críticos. Empresas como Sinohydro, históricamente vinculada a grandes obras como represas en la Patagonia, y Ganfeng Lithium, con proyectos multimillonarios en el denominado Triángulo del Litio (Salta y Jujuy), concentran buena parte de la agenda. El litio, recurso esencial para la industria global de baterías eléctricas, es considerado un mineral estratégico que Washington busca mantener alejado del control exclusivo de su principal competidor global.
El equilibrio de esta diplomacia dual es especialmente delicado. Si bien el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, aclaró que la ayuda financiera de Estados Unidos no exigía la anulación inmediata del swap cambiario vigente con China (estimado en unos USD $18.000 millones), sí se trazó una «línea roja» respecto a la cooperación militar. El funcionamiento de un observatorio espacial chino en Neuquén, que depende de las Fuerzas Armadas de Beijing, es un punto de alta sensibilidad que sobrevuela la conversación geopolítica bilateral.
Guillermo Francos, reconocido por su perfil más pragmático y menos ideológico que otros miembros del Gabinete, se encuentra así en el centro de una fuerte tensión de intereses. Por un lado, necesita garantizar la continuidad de las inversiones y el financiamiento chino para obras clave de infraestructura que el Gobierno no puede costear con recursos propios. Por otro, debe evitar un enfriamiento del vínculo con Washington, que define las claves de la política financiera y el acceso a organismos multilaterales, especialmente tras la advertencia directa de Trump sobre el apoyo condicional.
Este juego de malabares geopolíticos expone la encrucijada de la política exterior argentina. Mientras el presidente Milei aboga por un alineamiento ideológico con Estados Unidos e Israel, las necesidades financieras y de desarrollo de infraestructura obligan a un funcionario clave como Francos a mantener abiertos los canales con Beijing. El dilema es si Argentina puede mantener una neutralidad pragmática en la competencia entre potencias o si, finalmente, se verá forzada a elegir un socio dominante, lo que tendría profundas implicancias en su matriz productiva y acceso a mercados.
De cara al futuro, la agenda hiperactiva de Francos continuará siendo un termómetro de la relación triangular (Buenos Aires-Washington-Beijing). El desafío del Gobierno es administrar la ambigüedad, intentando atraer inversiones sin que ello se interprete como una cesión de soberanía estratégica. La inquietud estadounidense no solo plantea un interrogante sobre la capacidad argentina para mantener una diplomacia de múltiples socios, sino que presagia una presión sostenida para que el país defina su posición en el tablero geopolítico, especialmente en áreas críticas como tecnología y recursos naturales.