La pobreza en Argentina registró una significativa baja, ubicándose en el 31,6% de la población en el primer semestre de 2025, de acuerdo con los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). Esta cifra representa el nivel más bajo desde el segundo semestre de 2018 (31,5%) y una fuerte contracción de 21,3 puntos porcentuales respecto al pico del 52,9% alcanzado en el mismo período de 2024, tras el cambio de gobierno y el inicio de la crisis económica. La indigencia, en tanto, cayó al 6,9%, una disminución interanual de 11,2 puntos, consolidando una mejora en los indicadores sociales.
El factor determinante en esta mejora social fue la fuerte desaceleración de la inflación, que impactó directamente en los precios de los bienes esenciales. Mientras que la inflación general se ubicó en torno al 30% proyectado para el cierre de 2025, con una notable caída desde el pico de 25,5% en diciembre de 2023, los precios de los productos de las Canastas Básicas Total (CBT) y Alimentaria (CBA) aumentaron a una velocidad considerablemente menor. Este desfasaje permitió que los ingresos de los hogares crecieran al doble de velocidad que las canastas, un fenómeno clave para la reducción de la pobreza por ingresos.
El informe del INDEC revela que, para el universo de los 31 aglomerados urbanos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), la mejora implica que hay aproximadamente 4,5 millones de personas menos en situación de pobreza en comparación con el cierre de 2023, totalizando unos 9,45 millones de personas bajo la línea de pobreza. El impacto es particularmente sensible en la población infantil (0 a 14 años), donde la pobreza cayó 20,7 puntos en un año, aunque sigue siendo el grupo etario más afectado con un 45,4% de niños en esa situación.
A nivel geográfico, la reducción fue generalizada, aunque con notables diferencias regionales. Las mayores incidencias de pobreza se registraron en el Noreste (NEA) con 39,0% y en Cuyo con 33,8%. Por otro lado, la Patagonia (27,0%) y la Región Pampeana (30,5%) mostraron las menores tasas. No obstante, en el Conurbano bonaerense, la pobreza se ubicó en el 35,3%, y si bien la mejora fue real, fue más acotada que en otras regiones y, según la consultora LCG, concentra casi la mitad del total de pobres del país.
Expertos señalan que, además de la caída de la inflación, el aumento real de la Asignación Universal por Hijo (AUH), que creció un 150% en términos reales desde el cambio de gobierno, contribuyó a compensar parcialmente la caída inicial de los salarios. Sin embargo, desde el Observatorio de la Deuda Social de la UCA advierten que, si bien la caída es real, su magnitud podría estar sobrerrepresentada debido a que la medición por ingresos en contextos de alta volatilidad tiende a subestimar la pobreza real, una crítica histórica al método INDEC.
La continuidad de esta tendencia a la baja dependerá de la sostenibilidad de la desaceleración de precios y de la capacidad del mercado laboral para generar empleo formal y mejorar el poder adquisitivo de los salarios. La polarización regional del fenómeno y la persistente alta tasa de pobreza en la niñez demandan, a futuro, políticas estructurales que trasciendan la coyuntura inflacionaria para consolidar la salida de la vulnerabilidad social de manera permanente.