La provincia del Chaco ha marcado un hito significativo en su política ambiental al anunciar una drástica reducción del 65% en la superficie deforestada durante el primer semestre de 2025, en comparación con el mismo período del año anterior. Este logro, que se traduce en una disminución de más de 6.700 hectáreas, es celebrado por las autoridades como un resultado directo de un enfoque gubernamental basado en el ordenamiento territorial, el uso de tecnología de punta y la intensificación de los controles estatales. Los datos oficiales revelan una caída de 14.939 a 8.190 hectáreas desmontadas, un indicador de que las estrategias implementadas están rindiendo frutos tangibles en la lucha contra la deforestación ilegal.
Este éxito no es casual, sino el resultado de una estrategia integral que combina la fiscalización con la planificación. El ministro de Producción, Oscar Dudik, ha destacado que “el ordenamiento, la tecnología y la presencia activa del Estado están dando resultados”. La intervención oportuna en cuatro desmontes ilegales durante la última semana es un claro ejemplo de la eficacia de la política de control. La sanción y homologación del Ordenamiento Territorial del Bosque Nativo (OTBN) ha sido una herramienta fundamental, proporcionando un marco legal que no solo regula el uso de los recursos naturales, sino que también ofrece seguridad jurídica a los productores que operan dentro de la normativa.
La reducción de los desmontes no solo tiene implicancias ecológicas, como la preservación de la biodiversidad y la mitigación del cambio climático, sino que también impacta en el ámbito socioeconómico. La adopción de un modelo productivo que equilibre el desarrollo con la preservación ambiental es crucial para la sostenibilidad a largo plazo. Al proteger sus bosques, Chaco resguarda activos naturales que son vitales para las comunidades locales, al tiempo que se posiciona como un referente en gestión ambiental a nivel nacional y regional, atrayendo inversiones y apoyo internacional para proyectos sustentables.
La implementación de tecnología avanzada para monitorear el territorio, como el uso de imágenes satelitales y drones, ha permitido una respuesta más rápida y precisa ante las actividades ilegales. Este enfoque proactivo contrasta con modelos anteriores, que se basaban en una fiscalización menos frecuente y con menor capacidad de reacción. La combinación de inteligencia de datos y la capacidad de intervención en el terreno ha creado un círculo virtuoso de cumplimiento y disuasión, donde el riesgo de ser descubierto y sancionado por actividades ilícitas es significativamente mayor.
Desde la sociedad civil y las organizaciones ambientales, el logro es recibido con cautela pero con un optimismo moderado. Si bien se reconoce el esfuerzo y los resultados, se subraya la importancia de mantener la vigilancia y continuar perfeccionando los mecanismos de control. Históricamente, la región del Gran Chaco ha sido uno de los focos de deforestación más importantes de América Latina. Por ello, la sostenibilidad de esta tendencia a la baja dependerá de la continuidad de las políticas públicas y del compromiso de todos los actores, incluyendo al sector productivo, para adherirse a prácticas más responsables.
En un contexto global donde la crisis climática exige acciones contundentes, los resultados del Chaco envían un mensaje claro sobre la viabilidad de un desarrollo que no comprometa los recursos naturales. La provincia reafirma su compromiso de continuar reduciendo los desmontes ilegales, sentando las bases para un futuro productivo que sea, a la vez, ecológicamente sostenible y socialmente equitativo. La experiencia chaqueña podría servir como un modelo replicable para otras jurisdicciones que enfrentan desafíos similares, demostrando que la preservación de los bosques nativos y el crecimiento económico pueden coexistir.