Tras la flexibilización de las restricciones cambiarias, la demanda de divisas en Argentina ha superado las expectativas, con compras que superan los 10.000 millones de dólares en lo que va del año. Esta cifra, que se alinea con la creciente preferencia por el dólar como refugio de valor, refleja la profundización de la tendencia a la dolarización en la economía local, impactando directamente en la dinámica del mercado financiero y las reservas del Banco Central. La apertura del mercado cambiario ha liberado un ahorro reprimido y ha permitido a individuos y empresas canalizar sus activos hacia una moneda percibida como más estable, en un contexto de persistente volatilidad económica.
La notable cifra de adquisición de dólares se concentra mayormente en los primeros meses post-cepo, con picos de demanda en los segmentos minorista y mayorista. Según datos del Banco Central, la compra de «dólar ahorro» por parte de particulares ha sido constante, mientras que las empresas han accedido al mercado para saldar deudas comerciales y realizar importaciones esenciales. Expertos financieros señalan que este flujo de capital hacia el dólar es una reacción natural a la alta inflación y la desconfianza en la moneda local, un fenómeno que se ha observado históricamente en la economía argentina.
El fenómeno de la «dolarización de portafolios» no solo afecta a los grandes inversores, sino que se ha masificado a través de la compra de activos dolarizados como bonos, CEDEARs y, de manera más directa, el acceso al mercado de cambios oficial. Esta tendencia masiva, si bien puede generar una presión inicial sobre las reservas, también contribuye a normalizar las transacciones y a reducir el mercado informal, ya que las operaciones pueden canalizarse a través de los canales bancarios. Economistas del sector privado sostienen que, en el largo plazo, una mayor libertad cambiaria puede ser un factor clave para atraer inversiones y fomentar la confianza en la estabilidad macroeconómica.
Sin embargo, el impacto en las reservas internacionales del Banco Central es uno de los principales focos de atención. Si bien el gobierno ha implementado políticas para fortalecerlas a través de acuerdos con organismos internacionales y liquidaciones de exportaciones, el ritmo de compra de dólares plantea un desafío constante. La sostenibilidad de esta tendencia dependerá de la capacidad del Estado para generar un superávit comercial robusto y mantener la estabilidad fiscal, elementos cruciales para evitar una nueva devaluación y una espiral inflacionaria.
Desde el ámbito empresarial, la posibilidad de acceder a dólares para importar insumos y bienes de capital ha sido un factor dinamizador. Empresas del sector industrial y de servicios han reportado una mayor previsibilidad en sus costos y una reducción en las demoras operativas, lo que contribuye a una reactivación productiva. No obstante, aún existen retos en la repatriación de capitales y la atracción de inversión extranjera directa, que se ven condicionados por el marco regulatorio y la percepción de riesgo país.
De cara al futuro, la consolidación de este mercado cambiario libre dependerá de la evolución de las políticas macroeconómicas. La confianza en la estabilidad, la reducción de la inflación y un marco de reglas claras serán determinantes para que los argentinos mantengan sus ahorros en el sistema financiero local o continúen volcándose al dólar. La dinámica de estos próximos meses será clave para determinar si la dolarización es una respuesta pasajera a la incertidumbre o una tendencia estructural en la economía argentina.