El expresidente Mauricio Macri ha intensificado su llamado a la polarización electoral, emitiendo una fuerte advertencia a los votantes de su antiguo espacio político, Juntos por el Cambio (JxC), al asegurar que cualquier opción fuera de la alianza con La Libertad Avanza (LLA) se traduce, indirectamente, en un apoyo al kirchnerismo. Este pronunciamiento, que ratifica el alineamiento de una facción de PRO con el candidato Javier Milei, busca movilizar el voto opositor en el balotaje, concentrando el descontento en una única alternativa de «cambio».
El mensaje del exmandatario no solo profundiza la fractura dentro de JxC, sino que busca anular políticamente a aquellas figuras y electorados que aún resisten la convergencia con el espacio libertario, calificando su postura como una «neutralidad inconcebible». Para Macri, la prioridad histórica es evitar el regreso del kirchnerismo al poder, una meta que, según su análisis, supera cualquier diferencia ideológica o de metodología con LLA, el espacio que logró capitalizar el grueso del voto antisistema.
Esta estrategia de presión se dirige principalmente a los votantes que, en las PASO, optaron por Horacio Rodríguez Larreta o incluso a los que contemplan el voto en blanco, el voto nulo o la abstención. El argumento central, explicitado en declaraciones recientes, es que «no ir a votar es abandonar el país», equiparando la inacción o el voto por fuerzas menores a una claudicación ante un modelo que considera caduco y perjudicial para el futuro nacional.
Expertos en análisis político sostienen que la jugada de Macri es una táctica de «voto útil» llevada al extremo, buscando consolidar un frente amplio anti-K que incluya tanto a la base dura del PRO como a los sectores más moderados que, pese a sus reparos, temen un nuevo ciclo kirchnerista. Esta movilización es crucial dado que la diferencia de votos entre las principales fuerzas en la primera vuelta fue estrecha y el electorado de JxC se presenta como un factor decisivo.
La implicancia de este posicionamiento no es meramente electoral; define la reconfiguración del mapa político de la centroderecha argentina. El apoyo «incondicional» a Milei por parte de Macri y figuras como Patricia Bullrich sugiere la emergencia de un nuevo bloque conservador-liberal que podría trascender la coyuntura, dejando a la deriva a quienes buscan mantener una tercera vía o reconstruir un espacio de centro republicano diferenciado de los extremos.
En la recta final hacia la segunda vuelta, la polarización se impone como la narrativa dominante. La exhortación de Macri cristaliza la disyuntiva planteada a la ciudadanía, en la que la elección se presenta no tanto como una preferencia de gobierno sino como una elección binaria y definitoria. El impacto de estas declaraciones se medirá en la capacidad de los exdirigentes de JxC para influir sobre el 24% de votantes que aún se muestran indecisos o renuentes a respaldar a Milei.