La provincia de Chubut es el epicentro de un masivo y angustiante operativo de búsqueda tras el hallazgo de la camioneta en la que viajaban los jubilados Juana Inés Morales (69) y Pedro Alberto Krederm (79), desaparecidos hace casi dos semanas. El vehículo, una Toyota Hilux 4×4, fue encontrado encajada en un lodazal en la desolada zona de Rocas Coloradas, cerca de Playa Visser. Lo más inquietante para los investigadores es que no había signos de violencia en el rodado, no faltaba ninguna pertenencia de valor (excepto sus celulares), y la pareja no estaba allí, lo que ha disparado una serie de hipótesis que van desde el desamparo natural hasta la intervención de terceros.
La principal línea de investigación, calificada como «estremecedora» por fuentes cercanas al caso, se centra en la hostilidad extrema del terreno y el riesgo de desorientación fatal en un área desértica y sin señalización. Baqueanos y expertos locales, citados por medios de la región, advirtieron que la zona de Rocas Coloradas es particularmente peligrosa y de difícil acceso, incluso para vehículos 4×4. Estos guías señalaron que el camino «no está abierto» y que la pareja, sin conocimiento del terreno, pudo haberse adentrado en un área crítica que no ofrece puntos de referencia.
El operativo de rastrillaje, compuesto por unos 60 efectivos provinciales, bomberos, equipos de rescate y personal de la Policía Científica de Esquel, se concentra en un radio de 50 kilómetros alrededor del vehículo. La búsqueda se ve gravemente obstaculizada por las condiciones climáticas adversas y las características geográficas, que incluyen zanjones, cañadones y la presencia de fauna silvestre peligrosa, como jabalíes y pumas, una hipótesis que se maneja con cautela ante el hallazgo de una fogata apagada cerca del sitio.
La colaboración de la comunidad ha sido vital, con la participación de familiares, amigos y organizaciones como el Grupo 4×4, que utiliza su experiencia en la zona para acceder a lugares intransitables para vehículos comunes. La preocupación de las autoridades radica en que, dada la edad de los desaparecidos, su capacidad para caminar y resistir las bajas temperaturas y la falta de provisiones en un ambiente tan hostil se reduce drásticamente con cada día que pasa.
La hipótesis de la intervención de terceros, aunque menor, no ha sido descartada, ya que la ausencia de los celulares y el hecho de que la camioneta no fue robada no cierra un móvil claro. Los investigadores analizan minuciosamente la posibilidad de que hayan subido a otro vehículo o que alguien los guiara hasta esa zona para un encuentro, aunque por el momento no hay evidencia que sustente con firmeza esta línea.
Este suceso pone de manifiesto, una vez más, la vulnerabilidad de las personas frente a la inmensidad y dureza del territorio patagónico, incluso a pocos kilómetros de centros urbanos. La esperanza de los familiares se sostiene en el despliegue sin precedentes, mientras que el caso ya moviliza a la opinión pública nacional, presionando por una resolución que, en este entorno hostil, se vuelve cada vez más difícil y urgente con el correr de las horas.