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La cotización del dólar en Argentina continúa siendo un foco de inestabilidad, con el techo de los $1.300 demostrando una fragilidad persistente pese a las recientes intervenciones del Banco Central y las elevadas tasas pagadas por el Tesoro. Tras un breve retroceso impulsado por la licitación del miércoles, la divisa retomó rápidamente la presión alcista, superando los $1.290 y obligando a la autoridad monetaria a ratificar nuevas medidas de absorción de pesos.
El Banco Central ha confirmado un aumento de 10 puntos porcentuales en los encajes de cuentas a la vista y cauciones bursátiles a partir del 1 de agosto, una medida ya anunciada en junio que busca retirar liquidez del mercado. Este movimiento se suma a las ventas de contratos de dólar futuro y una licitación de títulos de urgencia realizadas cuando la cotización informal rozó los $1.350, tras la eliminación de las LEFI que liberó 15 billones de pesos líquidos en el sistema.
El objetivo central del Gobierno es claro: contener el valor del dólar por debajo de los $1.300 para evitar un impacto directo en la ya delicada inflación. La cotización informal, que había alcanzado picos, retrocedió en los días posteriores a las intervenciones, pero la tendencia subyacente del mercado sugiere que el nivel de $1.300 no es visto como un techo definitivo, sino, para muchos analistas, como un nuevo piso.
La estrategia económica busca una paulatina reducción de la cantidad de pesos circulantes y una moderación de las tasas de interés tras el pico de la semana pasada. En este contexto, entidades financieras como Adcap Grupo Financiero han comenzado a recomendar inversiones en bonos en pesos, tanto a tasa fija como ajustados por CER, que ofrecen rendimientos atractivos de hasta 13% anual sobre la inflación.
Sin embargo, la clave reside en la disposición de los inversores a retomar el «carry trade», es decir, la apuesta por rendimientos en pesos con un dólar estable. La incertidumbre no recae tanto en las tasas, que han vuelto a ser muy atractivas en relación con la inflación, sino en la capacidad del equipo económico para mantener el tipo de cambio bajo control en el mediano plazo, especialmente ante factores externos e internos.
El panorama se complejiza a partir de la próxima semana con una reducción significativa en la oferta de dólares provenientes del sector agroexportador, producto del fin de la baja temporal de retenciones a la soja. Adicionalmente, la proximidad de las elecciones legislativas podría generar una mayor demanda de divisas, exacerbando la presión cambiaria. A pesar de la volatilidad en el mercado cambiario, las mediciones de inflación para julio muestran estabilidad, con proyecciones cercanas al 1,6% de junio, lo que sugiere que el superávit fiscal y el control monetario están actuando como anclas en un contexto de recuperación del tipo de cambio real.