El Gobierno nacional ha comenzado a delinear la estrategia para la aprobación del Presupuesto 2025 en el Congreso, con una serie de reuniones clave entre los ministros de Economía, Eduardo Setti y de Finanzas, Hernán Caputo, y los presidentes de las comisiones de Presupuesto de ambas cámaras. En medio de un contexto económico complejo, se espera que las discusiones giren en torno a los principales lineamientos de gasto público, así como los ingresos proyectados y las políticas necesarias para afrontar los compromisos financieros del país.
La primera reunión tendrá lugar en la semana entrante, donde se prevé que los funcionarios del Poder Ejecutivo presenten los detalles técnicos del proyecto. El presupuesto incluye medidas orientadas a reducir el déficit fiscal y estabilizar la inflación, aunque su viabilidad depende de la capacidad del Gobierno para conseguir apoyo legislativo. No obstante, ante un escenario donde la oposición podría bloquear el avance del texto, ya se analizan alternativas, incluyendo la posibilidad de reconducir el Presupuesto 2022, una opción que implicaría utilizar el mismo marco presupuestario de hace tres años.

La reconducción de un presupuesto anterior es una medida excepcional que sólo se activa en situaciones donde no se logra la sanción de una nueva ley de gastos. Sin embargo, utilizar el Presupuesto 2022 significaría operar bajo parámetros que no reflejan las condiciones actuales del país, lo que podría generar tensiones tanto en el plano político como económico. En este sentido, el Gobierno busca negociar para evitar este escenario y lograr una nueva norma adaptada a las necesidades presentes.
En el Congreso, tanto el oficialismo como la oposición han comenzado a movilizarse. Mientras el Frente de Todos intenta alinear a sus legisladores detrás del proyecto de Presupuesto 2025, Juntos por el Cambio se ha mostrado reticente, advirtiendo que no acompañará un esquema de gastos que no contemple una reducción sustancial del déficit fiscal. Las tensiones políticas, que han escalado en los últimos meses, serán determinantes para la viabilidad de este proyecto.
En términos generales, el Presupuesto 2025 propone una fuerte inversión en infraestructura y gasto social, acompañado de una moderada reducción del gasto corriente. Además, se plantea un escenario macroeconómico en el que la inflación disminuiría gradualmente, con el objetivo de llegar a un dígito para fines de 2026. No obstante, las proyecciones oficiales han sido recibidas con escepticismo por parte de algunos economistas, que consideran optimistas las previsiones inflacionarias y de crecimiento del Producto Bruto Interno.
Por otro lado, el Ministerio de Economía buscará establecer un marco más claro para la renegociación de la deuda externa, con énfasis en cumplir con los compromisos ante el Fondo Monetario Internacional (FMI). Este punto será uno de los más discutidos en las próximas semanas, ya que varios sectores políticos consideran que la deuda sigue siendo una de las principales limitantes para el crecimiento económico. La estrategia del Gobierno es conseguir una reestructuración que permita un alivio financiero en los próximos años.

Además de las cuestiones económicas, el presupuesto también contempla partidas destinadas a sectores sensibles como salud, educación y seguridad, con especial atención en el fortalecimiento de políticas públicas de inclusión. El oficialismo espera que estas áreas sean puntos de consenso para lograr acuerdos con sectores moderados de la oposición y así facilitar la aprobación del proyecto.
En caso de que el Gobierno no consiga los votos necesarios, la posibilidad de un Presupuesto reconducido para 2025 es cada vez más real. Aunque la reconducción de un presupuesto anterior no es una solución ideal, permitiría evitar un escenario de parálisis institucional, al menos en lo inmediato. Sin embargo, el impacto económico de operar con un esquema de ingresos y gastos desactualizado podría traer aparejadas nuevas complicaciones para la estabilidad macroeconómica del país.