El proyecto de Ley Hojarasca, recientemente ingresado en el Congreso, busca eliminar 70 leyes sancionadas durante 16 gobiernos diferentes, que el Ejecutivo considera obsoletas e inútiles para la realidad actual del país. La iniciativa, impulsada por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, pretende simplificar el entramado normativo argentino, argumentando que muchas de estas leyes se encuentran desactualizadas o ya no son aplicables a las dinámicas sociales y económicas del país.
El nombre «Hojarasca» hace referencia a la acumulación de hojas secas en los bosques, una metáfora que refleja la intención de despejar el marco legal de normas que, según el gobierno, han perdido su relevancia. En total, son 70 las leyes apuntadas, algunas de las cuales datan de varias décadas atrás, y abarcan ámbitos que van desde lo agrario hasta lo laboral. Muchas de estas leyes fueron promulgadas en contextos específicos, pero han quedado superadas por la evolución legislativa y tecnológica.
Entre las leyes que se prevé derogar se encuentran algunas que regulaban la importación de bienes en tiempos de guerra, normativas sobre sistemas de transporte ya desmantelados y regulaciones vinculadas a actividades económicas que han cambiado de forma drástica en las últimas décadas. Según fuentes oficiales, esto no solo reducirá la burocracia, sino que también evitará confusiones normativas para los ciudadanos y las empresas.
El ministro de Justicia ha asegurado que la derogación de estas leyes no afectará derechos fundamentales ni alterará regulaciones vigentes que sean necesarias para el correcto funcionamiento de la economía y la sociedad. “Se trata de limpiar el bosque normativo, pero con cuidado de no cortar los árboles que aún son útiles”, señaló durante una rueda de prensa. En su presentación, el ministro destacó la importancia de mantener un marco normativo actualizado, que esté alineado con los desafíos del presente y las expectativas del futuro.
Uno de los puntos más controvertidos de la Ley Hojarasca es la inclusión de normativas sancionadas durante gobiernos democráticos y de facto. Los críticos del proyecto advierten que eliminar leyes promulgadas en contextos históricos específicos podría borrar parte de la memoria legislativa del país. Sin embargo, desde el oficialismo se aclara que la derogación no afectará la memoria histórica, sino que se enfoca en normativas que ya no tienen efecto en la vida diaria de los ciudadanos.
El proyecto cuenta con el apoyo de algunos sectores de la oposición, que ven en esta medida una oportunidad para avanzar hacia un sistema legal más claro y eficiente. No obstante, otros partidos políticos han expresado su preocupación por la posibilidad de que este tipo de reformas abra la puerta a futuras derogaciones indiscriminadas de leyes sin el debate necesario.
El siguiente paso será el tratamiento del proyecto en las comisiones correspondientes, donde los legisladores podrán realizar modificaciones o sugerencias antes de que se someta a votación en el pleno del Congreso. Se espera que la discusión del proyecto sea extensa, dada la magnitud de las normativas involucradas y el impacto potencial que la derogación podría tener en diversos sectores.
En caso de ser aprobado, el proyecto de Ley Hojarasca marcaría un hito en la historia legislativa del país, representando uno de los esfuerzos más grandes por depurar el sistema legal. Mientras tanto, el debate sobre qué normativas deben prevalecer y cuáles deben desaparecer promete ser uno de los temas centrales en la agenda legislativa de los próximos meses.