La contundente señal de apoyo financiero de la Casa Blanca a Argentina generó un efecto inmediato en los mercados, logrando que el dólar retrocediera de sus máximos históricos y cerrara con una significativa caída, lo que brindó un respiro a la economía local y a las arcas del Banco Central.
Una declaración clave desde el Departamento del Tesoro de Estados Unidos inyectó calma en los mercados financieros argentinos, logrando lo que las intervenciones del Banco Central de la República Argentina (BCRA) no habían conseguido en los últimos días. El secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, afirmó que el gobierno de Donald Trump está «preparado para hacer lo necesario para apoyar a Argentina», una frase que resonó con fuerza y actuó como un bálsamo para la agitada cotización de la divisa norteamericana. Este respaldo, que superó las expectativas del mercado, permitió un repliegue del dólar sin que la autoridad monetaria tuviera que desprenderse de sus escasas reservas.
La reacción del mercado fue contundente y se extendió a todos los segmentos. El dólar mayorista, una referencia clave para el comercio exterior, experimentó una baja de 67 pesos o un 4,5% en una sola jornada, cerrando en $1.408. En paralelo, el dólar minorista en el Banco Nación retrocedió 85 pesos, culminando la jornada en $1.430. Esta corrección no solo evidenció la fuerte dependencia de los mercados locales a las señales externas, sino que también demostró la capacidad de una intervención discursiva de alto nivel para modificar la dinámica financiera en un contexto de extrema volatilidad.
La tranquilidad no se limitó al mercado oficial y mayorista. Las cotizaciones financieras, que reflejan la demanda de los inversores por dolarizarse, también experimentaron un notable descenso. El dólar Contado con Liquidación (CCL) retrocedió un 8,8%, cerrando en $1.437,09, mientras que el dólar MEP alcanzó los $1.428,60, con una caída aún mayor del 8,9%. Este derrumbe de los dólares financieros es particularmente relevante, ya que suelen ser termómetros de la confianza de los agentes económicos y su retroceso sugiere un cambio en las expectativas a corto plazo.
El efecto de las noticias internacionales también se reflejó en otros indicadores económicos. El riesgo país, medido por el índice EMBI+ Argentina, se desplomó 373 puntos, situándose en 1.083 unidades. Esta significativa caída es una señal de que los inversores perciben una mejora en la capacidad de pago de la deuda argentina y un horizonte más previsible. Además, la decisión del gobierno de eliminar temporalmente las retenciones a las exportaciones de granos hasta el 31 de octubre contribuyó a generar un clima más favorable en el sector agroexportador, lo que podría traducirse en un aumento en la liquidación de divisas.
Analistas económicos coinciden en que el apoyo estadounidense es una herramienta poderosa para estabilizar el frente cambiario, pero advierten que se trata de un factor externo que no resuelve los problemas estructurales de la economía argentina. El desafío del gobierno radica ahora en aprovechar esta ventana de calma para profundizar las reformas y generar un plan económico coherente y sostenible a largo plazo que no dependa exclusivamente de señales externas. La falta de un plan claro ha sido el principal motor de la volatilidad reciente.
En el corto plazo, los mercados financieros probablemente continuarán monitoreando de cerca las señales políticas y económicas, tanto a nivel nacional como internacional. Si bien el respaldo de Washington ofrece un respiro crucial, la sostenibilidad de la calma cambiaria dependerá de la capacidad del gobierno para generar credibilidad interna y avanzar en la consolidación fiscal. La jornada de hoy demostró que la confianza, aunque volátil, es el activo más valioso de la economía argentina y que su recuperación es un proceso que va más allá de las cifras y se asienta en la percepción de los agentes.