El tipo de cambio en Argentina volvió a situarse cerca del techo de la banda de flotación, encendiendo las alarmas en el mercado económico a menos de un mes de las elecciones legislativas. Este repunte en la cotización, que se da en un contexto de menor oferta genuina de divisas, refleja la tradicional búsqueda de cobertura que caracteriza los escenarios pre-electorales volátiles. La principal preocupación de los analistas reside en la capacidad del Gobierno para anclar las expectativas devaluatorias, lidiando con un clima de incertidumbre que, según expertos, podría intensificar la demanda de activos externos.
Las autoridades económicas han recurrido a una batería de instrumentos para intentar estabilizar la situación. Según estimaciones privadas, las ventas netas del Tesoro Nacional superaron los USD 800 millones en las últimas ruedas, posicionándolo como el oferente más relevante en el segmento mayorista. En paralelo, el Banco Central (BCRA) renovó posiciones de futuros por cerca de USD 1.700 millones y endureció controles cambiarios al prohibir explícitamente a las billeteras virtuales, como Mercado Pago y Cocos Capital, la venta del dólar oficial a sus usuarios, una medida que generó sorpresa e inquietud en el sector fintech.
Expertos como Marcos Cohen Arazi, economista del Ieral de Fundación Mediterránea, destacan que la demanda es impulsada por factores internos bien definidos: la búsqueda de refugio ante un contexto político incierto, el temor a cambios abruptos en la política cambiaria post-elecciones, y el adelanto de compras destinadas al turismo emisivo. A estos drivers se suma la persistente brecha cambiaria, que crece cada vez que se reintroducen regulaciones o restricciones al acceso a la moneda extranjera, incentivando la dolarización de carteras.
No obstante, existen factores que ejercen una fuerza moderadora, aunque insuficiente. Cohen Arazi señala que el estancamiento del salario real y la debilidad en la actividad económica general limitan el volumen total que los individuos pueden destinar a la compra de dólares. Sin embargo, este efecto es contrarrestado por la escasez de oferta. Consultoras como Equilibra estiman que el flujo de divisas privadas será magro en octubre, ya que la mayor parte de la liquidación de agro-divisas prevista (aproximadamente USD 2.200 millones por Ciara CEC) fue anticipada a septiembre, aprovechando el impasse transitorio en la eliminación de retenciones.
La presión también se intensifica por el frente externo, donde la expectativa de un apoyo financiero sólido de Estados Unidos se vio atenuada. Las declaraciones del secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, quien aclaró que el acuerdo por USD 20.000 millones anunciado la semana anterior es una línea de swap y no un desembolso de dinero fresco, inyectaron una dosis de realismo y volatilidad en un mercado que «busca algo muy firme», según Juan Truffa, economista de Outlier. Esto subraya la necesidad de que el Gobierno demuestre un plan económico creíble y con respaldo internacional.
De cara al crucial 26 de octubre, el Ejecutivo se enfrenta a un dilema: endurecer las restricciones para moderar la demanda a corto plazo, asumiendo un alto costo político, o confiar en el anclaje de expectativas. En este escenario, la «principal carta» del Gobierno para descomprimir la presión, de acuerdo con el informe de Equilibra, es la inminente visita oficial del presidente Javier Milei a Washington el 14 de octubre. El éxito de esta gestión diplomática será determinante para brindar la credibilidad y el respaldo internacional que, según Rocío Bisang de EcoGo, definirán la mayor o menor demanda de dólares en el corto y mediano plazo.