Un despliegue aéreo sin precedentes ha puesto a prueba la resistencia humana y la sofisticación tecnológica en una operación secreta de 37 horas de duración de Estados Unidos sobre Irán. Siete bombarderos furtivos B-2 Spirit, con sus tripulaciones al límite de la fatiga, partieron sin escalas desde la Base Aérea Whiteman en Misuri, atacaron tres instalaciones nucleares iraníes y regresaron, marcando uno de los ataques aéreos de mayor duración en la historia militar reciente. La operación, denominada «Operación Martillo de Medianoche», no solo destaca por su extensión temporal, sino por la complejidad logística y el armamento utilizado.
La magnitud de la misión requirió una coordinación meticulosa de más de 125 aeronaves, incluyendo cazas, aviones de reconocimiento y naves de reabastecimiento en vuelo, un testimonio de la capacidad operativa de la Fuerza Aérea estadounidense. Además, otros bombarderos B-2 volaron en dirección opuesta como una maniobra de distracción, subrayando la planificación estratégica detrás del operativo. Esta compleja sinergia aérea, confirmada por fuentes como CNN, resalta la determinación de Washington en sus acciones contra presuntas amenazas nucleares.
El coronel retirado Melvin G. Deaile, quien posee el récord de la misión de bombardeo más larga de 44 horas sobre Afganistán en 2001, calificó la operación del sábado como «una hazaña increíble». Deaile, actual director de la Escuela de Estudios Avanzados de Disuasión Nuclear, enfatizó la precisión operativa al señalar que «tuvimos siete aviones sobre el área objetivo, ejecutando siete bombardeos diferentes, todo en el lapso de 30 minutos», lo que subraya un hito en la aviación militar moderna y la evolución de las capacidades de ataque.
Las condiciones a bordo de los B-2, a pesar de su avanzada tecnología, distan de ser cómodas durante vuelos tan prolongados. Los pilotos se turnaban para dormir en una litera improvisada y recurrían a «go pills» (anfetaminas) para combatir el cansancio, si las políticas actuales lo permiten. La hidratación y la higiene presentaban desafíos únicos, con el uso de sistemas químicos y «piddle packs» para las necesidades básicas, elementos que ponen de manifiesto las extremas exigencias físicas y mentales sobre las tripulaciones involucradas en estas misiones de largo alcance.
Un aspecto crucial de esta misión fue la carga transportada por cada bombardero: bombas GBU-57 Massive Ordnance Penetrator (MOP) de 13.600 kilogramos, diseñadas para penetrar profundamente en las fortificaciones subterráneas donde Irán, según funcionarios estadounidenses, ha desarrollado elementos de su programa nuclear. Esta fue la primera vez que la bomba MOP se utilizó en combate, y su transporte es exclusivo del B-2, lo que resalta la naturaleza especializada y de alto impacto de los objetivos atacados en la operación.
La «Operación Martillo de Medianoche» no solo demuestra la capacidad de Estados Unidos para proyectar poder militar a nivel global y alcanzar objetivos fuertemente defendidos, sino que también establece un nuevo estándar en la complejidad y duración de las misiones aéreas. Este despliegue de fuerza y tecnología avanzada, en un contexto de tensiones persistentes con Irán, envía un mensaje contundente sobre la determinación de Washington de salvaguardar sus intereses y disuadir la proliferación nuclear, abriendo interrogantes sobre futuras implicaciones geopolíticas en la región.