Con una abstención récord del 68%, según observadores independientes, el régimen de Nicolás Maduro se proclamó ganador este domingo en unos comicios sin garantías, opacados por la exclusión de candidatos opositores y el control de los medios. Pese a que el CNE oficialista anunció un «60% de participación», imágenes de colegios vacíos y testimonios de testigos de mesa desmintieron la versión.
La oposición unitaria bajo el lema #NiUnVotoAlFraude había llamado a no legitimar el proceso, calificado como «farsa» por la UE y EE.UU. El candidato inhabilitado María Corina Machado denunció desde Colombia: «Maduro usa los mismo métodos de 2018: votos dirigidos, amenazas y centros militarizados». En zonas populares de Caracas, militantes del PSUV ofrecían bonos alimenticios a cambio de votos.
El informe preliminar de la Misión de Observación de la OEA destacó 1.200 irregularidades, desde «voto asistido» a ancianos hasta urnas móviles sin custodia. En estados como Zulia y Bolívar, se reportaron cortes de internet y arrestos a periodistas. El gobierno respondió expulsando a 3 observadores de la ONU.
Con el 95% de actas escrutadas, el CNE otorgó a Maduro un 71% de los votos, frente al 21% de su rival testimonial, Luis Eduardo Martínez. Sin embargo, encuestas clandestinas de Venebarómetro sugerían que, en elecciones libres, el chavismo no superaría el 30%.
Mientras, en las calles de Venezuela, la apatía fue la protagonista. «Aquí no votó ni el loro», ironizó un comerciante en Maracaibo. Analistas prevén que la crisis migratoria —7,7 millones de exiliados desde 2015— se agravará tras este nuevo capítulo de autoritarismo.