El futuro de Max Verstappen en la Fórmula 1, a pesar de su dominio absoluto y sus múltiples títulos mundiales, comienza a ser una gran incógnita. El cuádruple campeón del mundo ha dado señales claras de que su esencia de «piloto purista» lo empuja hacia nuevos horizontes más allá del glamour y la tecnología de la Máxima, poniendo la mira en el desafío más visceral de las carreras de resistencia (Endurance). Esta semana, su participación con un GT3 en el legendario circuito largo de Nürburgring no es solo un hobby, sino una declaración de intenciones.
El neerlandés, un confeso amante del automovilismo en su forma más natural, busca la adrenalina de los circuitos históricos y las exigencias de las competencias de larga duración. Su carrera programada con una Ferrari 296 GT3 en el temido Nordschleife, conocido como el «Infierno Verde» por Jackie Stewart, le permite obtener la licencia GT3 necesaria para competir sin restricciones en el mítico trazado de 22 kilómetros. Este paso es visto por expertos del sector, como el asesor de Red Bull Dr. Helmut Marko, como una forma de mantener la motivación de Verstappen más allá de su éxito inigualable en la F1.
A sus 27 años (en el contexto temporal de la noticia), el piloto ya cuenta con cifras históricas –67 victorias, 120 podios y 46 poles positions– y la perspectiva de seguir aumentando el palmarés no es su única brújula. En entrevistas recientes, Verstappen ha reconocido que la reciente paternidad ha modificado sus prioridades, llevándolo a valorar que «hay más cosas en la vida que solo la F1». Este cambio de perspectiva, sumado a su deseo de un automovilismo más conectado con la máquina –como el anhelo de que regresen los motores V8 o V10–, lo distancian de la atmósfera hipertecnológica de la Máxima.
El objetivo a largo plazo del campeón es ambicioso: competir en la élite de las carreras de resistencia, específicamente en las 24 Horas de Nürburgring. Este tipo de pruebas, que exigen una adaptabilidad física y mental constante a lo largo de un día completo, representan un examen de resistencia que encaja con su filosofía de piloto. Su incursión en el Nordschleife es, en efecto, una preparación metódica para ese gran desafío, que lo conecta con una tradición del automovilismo donde la habilidad del piloto sobre la complejidad del circuito es fundamental.
Si bien su contrato con Red Bull lo ata por varios años más, su agente, Raymond Vermeulen, ya ha advertido que la continuidad de Verstappen más allá de 2026 estará supeditada al rendimiento del monoplaza, dejando entrever una posible salida si el equipo no logra mantenerse competitivo con la nueva reglamentación técnica. Esta postura resalta que el neerlandés no se conformará con menos que un auto ganador, descartando la idea de un traspaso meramente simbólico.
En la próxima década, Max Verstappen podría seguir el camino de otros grandes campeones que buscaron la realización personal en las pruebas de resistencia. Su ADN familiar, con padres y un suegro que son figuras del automovilismo, sugiere que su vida seguirá girando en torno a las pistas, pero tal vez en un entorno más «natural y humano», lejos de la intensa presión, las redes sociales y el marketing de la Fórmula 1 que parecen dejar de ser su hábitat natural.