En un nuevo episodio de tensión política, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner respondió con dureza a los fuertes comentarios del presidente Javier Milei. Durante un acto reciente, Milei declaró que le gustaría “meterle el último clavo al cajón del kirchnerismo”, y añadió que, en su visión, Cristina Kirchner debería estar “adentro de ese cajón”. Las palabras del jefe de Estado desataron una ola de reacciones, pero fue la propia expresidenta quien contestó de manera directa y con un tono desafiante: “¿Así que ahora me querés matar?”.
El enfrentamiento entre Milei y Fernández de Kirchner escaló rápidamente tras la publicación de un video en las redes sociales, donde la vicepresidenta afirmó que, incluso si fuera eliminada de la escena política, el Gobierno del libertario seguiría siendo un “fracaso” y que Milei, en su rol como presidente, «da vergüenza ajena». La respuesta de CFK no solo fue un contraataque a los dichos del mandatario, sino también una crítica frontal a la gestión de Milei en la Casa Rosada.
Estas declaraciones del presidente han generado amplio rechazo dentro del arco político y social. Líderes de la oposición y de organismos de derechos humanos calificaron los dichos de Milei como “irresponsables” y “violentos”, aludiendo al contexto histórico de violencia política en Argentina. La memoria de los años de dictadura y la violencia política de las décadas pasadas siguen siendo temas sensibles en el país, y muchos consideraron que las palabras del mandatario cruzaron un límite peligroso.
Desde el entorno de Milei intentaron matizar la situación, argumentando que la frase fue una «metáfora política» para referirse al final de un ciclo. No obstante, las explicaciones no calmaron los ánimos y el conflicto continuó creciendo. Diversos referentes del kirchnerismo salieron en defensa de Fernández de Kirchner, destacando el rol institucional que sigue ocupando como vicepresidenta y advirtiendo sobre los peligros de usar un discurso tan cargado de odio en una democracia.
El enfrentamiento verbal entre Milei y Cristina Kirchner es reflejo de la polarización política que atraviesa Argentina en estos tiempos. El presidente, con su estilo provocador y rupturista, ha buscado constantemente marcar distancia con el kirchnerismo, al que responsabiliza por gran parte de los problemas económicos y sociales del país. No es la primera vez que sus dichos generan polémica, aunque en esta ocasión, las implicancias de sus palabras han causado un revuelo mayor debido a su fuerte carga simbólica.
Por otro lado, la respuesta de Fernández de Kirchner también es significativa, ya que, aunque ha reducido su perfil público desde que dejó la presidencia en 2015, sigue siendo una figura central en la política argentina. Sus seguidores más fieles ven en sus palabras una defensa de la historia reciente y una denuncia contra lo que consideran un intento de “destrucción simbólica” del kirchnerismo, mientras que sus detractores la acusan de no haber reconocido los errores de su gestión.
Este cruce de declaraciones se produce en un contexto de alta inestabilidad política y económica. La inflación descontrolada, la creciente pobreza y la crisis de deuda externa ponen al Gobierno de Milei bajo una presión constante. En este marco, la confrontación con figuras del pasado político como Cristina Kirchner le sirve al presidente para intentar desviar la atención de los problemas actuales, aunque el riesgo de exacerbar la grieta política es evidente.
La sociedad argentina, por su parte, observa con preocupación cómo el tono del debate político se va tornando cada vez más violento. Mientras Milei busca consolidar su base de apoyo más radical, el kirchnerismo, liderado por Cristina Fernández, continúa siendo un actor influyente que no está dispuesto a retirarse del escenario político sin dar batalla.