El Gobierno nacional retiró un busto del expresidente Néstor Kirchner que se encontraba en las oficinas centrales de la ANSES, en el microcentro porteño. La medida, anunciada por la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, se inscribe en una serie de acciones simbólicas impulsadas por la administración libertaria, que buscan reconfigurar espacios públicos y culturales asociados al kirchnerismo.
El retiro del busto se suma al reciente cambio de nombre del Centro Cultural Kirchner (CCK), que ahora se denomina Palacio Libertad, según una disposición oficial que generó polémica en diversos sectores políticos. Desde el Gobierno justificaron estas decisiones como parte de una estrategia para “recuperar la neutralidad simbólica” de los espacios públicos y reforzar una visión histórica más amplia y pluralista.
Sin embargo, estas medidas han despertado críticas desde sectores de la oposición y referentes del peronismo. Líderes del Frente de Todos calificaron las acciones como un intento de “borrar una etapa clave de la historia argentina” y señalaron que iniciativas como estas “desvían la atención de los verdaderos problemas del país”. A su vez, organizaciones cercanas al kirchnerismo han convocado manifestaciones para expresar su descontento con las decisiones del Gobierno.
Por otro lado, analistas políticos han señalado que esta estrategia forma parte de un plan más amplio de la gestión libertaria para marcar distancia ideológica con el pasado reciente y consolidar su discurso en torno a la libertad como valor central. “Se trata de una construcción simbólica que refuerza su identidad política y busca deslegitimar el legado del kirchnerismo en el imaginario colectivo”, indicó un especialista en comunicación política.
Desde ANSES, fuentes cercanas al organismo confirmaron que el espacio donde se encontraba el busto será utilizado para una nueva disposición decorativa alineada con la propuesta estética de la actual gestión. En tanto, se espera que medidas similares puedan replicarse en otros edificios públicos y monumentos en los próximos meses, según lo anticipado por funcionarios del oficialismo.
Este debate sobre el uso del espacio público y su carga simbólica refleja tensiones más profundas en el escenario político argentino, donde los símbolos y los relatos históricos siguen siendo terreno de disputa. Con la eliminación de bustos, cambios de nombres y una narrativa centrada en valores libertarios, el Gobierno parece decidido a imprimir su impronta en la gestión cultural del país, aun cuando estas decisiones polarizan a la sociedad.















