El sacerdote argentino Gabriel Romanelli, una figura clave en la comunidad católica de Gaza y conocido por su diálogo diario con el Papa Francisco, ha sido herido durante un bombardeo en la Iglesia de la Sagrada Familia, donde cientos de personas buscaban refugio. El incidente, que resultó en dos fallecidos y varios heridos civiles, subraya la brutalidad del conflicto y pone de relieve la labor humanitaria de la Iglesia en una de las zonas más castigadas del mundo.
Romanelli, miembro del Instituto del Verbo Encarnado, ha dedicado 30 años de su vida al servicio misionero en Medio Oriente. Nacido en Buenos Aires y formado en Mendoza, su trayectoria incluye estancias en Egipto y Jordania, así como 14 años como docente de Filosofía en árabe y francés en seminarios de Cisjordania. Su compromiso con los más vulnerables se materializó en la cofundación del Hogar Niño Dios de Belén, dedicado a niños abandonados o con discapacidad, una muestra de su incansable vocación social.
La estrecha relación entre Romanelli y el Papa Francisco era un secreto a voces en la curia. El Sumo Pontífice, con una preocupación constante por la situación en Gaza, mantenía una comunicación telefónica diaria con el sacerdote, a las 19 horas, para conocer de primera mano la realidad de los fieles y la población. Esta conexión directa se mantuvo ininterrumpida hasta el 19 de abril, consolidando a Romanelli como un puente vital entre el Vaticano y la asediada Franja.
El ataque a la Iglesia de la Sagrada Familia, ocurrido el jueves alrededor de las 10:10 de la mañana, fue confirmado por Cáritas Jerusalén. Un tanque israelí habría disparado contra el templo, causando daños en la cruz del techo y esparciendo metralla y escombros sobre el patio, atestado de desplazados. Las heridas de Romanelli fueron afortunadamente leves y recibió atención médica de inmediato, pero el incidente generó una profunda consternación global.
La iglesia, que alberga a entre 500 y 600 personas, tanto cristianas como musulmanas, se ha convertido en un símbolo de esperanza y resistencia en medio de la guerra. Romanelli, conocido por sus videos diarios donde informaba al mundo sobre la situación de su parroquia, siempre se mostró optimista y sonriente, destacando la fe inquebrantable de su comunidad. En enero pasado, celebró un alto el fuego provisional como un «inicio de un camino de paz», anhelando la reconciliación entre palestinos e israelíes, y recalcando la naturaleza inclusiva de la caridad católica.
La labor de Romanelli en Gaza es un testimonio de la dedicación de la Iglesia a la ayuda humanitaria sin distinción de credo, un ejemplo de cómo, incluso en las circunstancias más adversas, la fe y la solidaridad pueden construir puentes donde otros erigen muros. Su recuperación y la continuación de su misión en la Franja de Gaza son fundamentales para la esperanza de aquellos que buscan consuelo y asistencia en medio de la devastación.