El Gobierno argentino ha intensificado su estrategia económica, apostando decididamente por la restricción monetaria y el mantenimiento de tasas reales positivas como pilares fundamentales para contener la escalada del dólar y evitar un impacto inflacionario. Esta postura se da en un contexto de creciente preocupación en el mercado por la velocidad de ajuste del tipo de cambio, que ha superado el 10% en las últimas dos semanas, llevando al dólar minorista a valores cercanos a los $1.280 y al mayorista a $1.264.
La reciente suba del tipo de cambio se produce a pesar de una fuerte liquidación de divisas por parte del sector cerealero, que aprovecha una «ventana» de 15 días hábiles hasta el 21 de julio para ingresar dólares con menores retenciones. Sin embargo, analistas del mercado señalan que muchos inversores ya anticipan una escasez de divisas en el tercer trimestre, lo que los lleva a buscar cobertura en moneda extranjera. Las cifras del Banco Central también muestran un atesoramiento sostenido por parte del público, con compras que en mayo alcanzaron los USD 2.000 millones.
La preocupación se acrecentó luego de que JP Morgan anunciara el desarme de posiciones de «carry trade», vendiendo bonos en pesos para pasarse a dólares, generando un impacto negativo en el mercado. No obstante, en el equipo económico liderado por el ministro Luis Caputo, la confianza en el plan es alta. Se espera que la continuidad del superávit fiscal, la racionalización del Estado, el estricto control monetario y las tasas reales positivas sean determinantes para frenar la suba del dólar.
Factores como la reducción de la demanda de pesos post-aguinaldo, la menor oferta de dólares del agro a partir de fines de julio y la dolarización preelectoral, de cara a los comicios del 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires, explican en parte la dinámica actual. A pesar de estas presiones, informes de importantes Alycs como IEB sugieren que las tasas reales positivas y el propio ajuste del tipo de cambio podrían generar nuevas oportunidades para el «carry trade», indicando un valor de referencia para el dólar CCL en $1.229.
En el mercado, se observa que el Tesoro ha continuado con la compra de dólares en bloque, incorporando unos USD 200 millones el 3 de julio, según datos del BCRA. Operadores de renta fija local interpretan que la volatilidad es normal en un esquema de flotación y con aumento de reservas, aunque reconocen la existencia de actores interesados en generar inestabilidad. La incógnita reside ahora en si el techo temporal del dólar se establecerá cerca de los $1.300, un nivel crucial para evitar un traspaso significativo a la inflación.
La estrategia oficial busca, en definitiva, consolidar la estabilidad macroeconómica, con el control de la inflación como objetivo primordial. Un rebote importante de los precios en los meses previos a las elecciones sería un revés para la administración. Por ello, se anticipa una acción coordinada entre el Tesoro y el Banco Central, enfocada en la absorción de pesos, el ajuste de tasas y el mantenimiento de las reservas, aún con el desafío inminente del pago de bonos que podría llevarlas por debajo de los USD 40.000 millones.