Un intenso temporal de lluvias, granizo y ráfagas de viento, con alertas meteorológicas que alcanzaron el nivel naranja, azotó el centro del país afectando gravemente a localidades de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe durante el fin de semana. El fenómeno, que ya había sido advertido por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), provocó daños materiales significativos, cortes de luz y la interrupción de eventos, poniendo en evidencia la vulnerabilidad de la infraestructura ante este tipo de eventos climáticos severos que se vuelven cada vez más recurrentes.
La provincia de Buenos Aires reportó los mayores destrozos en la ciudad de Olavarría, donde una carpa de gran tamaño de la Sociedad Rural local, destinada a una cena anual, fue completamente destruida por las ráfagas. En la misma localidad, el Club Social y Deportivo Loma Negra sufrió la caída de un árbol que se precipitó sobre una cancha de básquet. Estos incidentes obligaron a las autoridades y organizadores a suspender actividades y a evaluar la magnitud de los daños edilicios y estructurales en el sector.

El fenómeno no fue menos intenso en las provincias de Córdoba y Santa Fe. En la localidad cordobesa de Bulnes, se registró la caída de granizo de un tamaño inusualmente grande, con reportes de vecinos que lo compararon con el tamaño de un huevo. Esta situación se replicó en Venado Tuerto (Santa Fe) y Laboulaye (Córdoba), donde el suelo quedó cubierto de blanco por las piedras de hielo, causando preocupación por el potencial impacto en la producción agropecuaria de la zona.
Las ráfagas de viento fueron otro de los factores determinantes en los destrozos, alcanzando velocidades de hasta 100 km/h en zonas del norte bonaerense y sur santafesino. Si bien las autoridades no reportaron víctimas ni daños estructurales graves que comprometieran la vida de las personas, el factor del viento, sumado a la intensa precipitación y el granizo, generó un cóctel climático que superó la capacidad de resistencia de diversas estructuras.
Según los reportes del SMN, las alertas naranjas regían sobre áreas clave como la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el Conurbano, el norte bonaerense, el sur de Santa Fe y el este de Córdoba, marcando la necesidad de implementar medidas preventivas por parte de la población. La severidad del temporal subraya la tendencia de un aumento en la intensidad de las tormentas, lo que exige una reevaluación de los protocolos de emergencia y una inversión prioritaria en la adaptación de la infraestructura urbana y rural al cambio climático.
De cara al inicio de la semana, si bien se espera una mejora progresiva de las condiciones meteorológicas en el AMBA y el centro del país, el foco se trasladará a la evaluación de las pérdidas y la asistencia a las zonas más afectadas. La reincidencia de estos temporales violentos plantea un debate urgente sobre la gestión del riesgo hídrico y la planificación urbana, donde la prevención y la resiliencia climática deben convertirse en ejes centrales de la política pública para mitigar el impacto económico y social futuro.