El Secretario del Tesoro de EE. UU. aclara la naturaleza de la asistencia financiera en un contexto de fragilidad económica y presiones políticas pre-electorales en el país sudamericano.
El Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, ha buscado clarificar la naturaleza del paquete de asistencia financiera a Argentina, asegurando que la ayuda se configura como una «línea de swap» de liquidez y no como una inyección de dinero a fondo perdido o una inversión directa. Sus declaraciones se producen en un momento de alta volatilidad en los mercados argentinos y con la Casa Rosada buscando desesperadamente un espaldarazo internacional que fortalezca la credibilidad de su programa económico.
La frase «no estamos poniendo dinero en la Argentina, le estamos dando una línea de swap» subraya la distinción crucial entre una inversión de capital de riesgo y una operación de canje de monedas destinada a proveer liquidez al Banco Central de la República Argentina (BCRA). Este mecanismo, si bien inyecta reservas a corto plazo, implica una obligación de repago en dólares por parte del país sudamericano, sujetando la operación a términos y condiciones que aún se negocian.
El respaldo de Washington, que el presidente Javier Milei llegó a comparar con un «Messi» para la economía, se enmarca en una estrategia de auxilio que, según analistas internacionales, busca garantizar la estabilidad financiera argentina de cara a las próximas elecciones legislativas de octubre. El propio Bessent, en comunicaciones previas, había señalado la necesidad de proveerle al gobierno argentino de «un puente hacia la elección» para que pudiera obtener un mandato renovado para sus reformas.
Según se ha conocido, la asistencia norteamericana se estructura en tres pilares principales: la mencionada línea de swap de hasta $20 mil millones de dólares, la posibilidad de que el Tesoro compre bonos argentinos denominados en dólares en el mercado secundario, y una eventual participación en un fondo de estabilización monetaria. El objetivo primordial es apuntalar las reservas internacionales del BCRA, cuyo stock neto ha permanecido en niveles críticos, dificultando el mantenimiento de la estabilidad cambiaria y la apertura total del cepo.
La decisión de la administración estadounidense de brindar este apoyo no es puramente económica, sino que está teñida de consideraciones geopolíticas. Expertos señalan que la movida de Washington busca también contrarrestar la creciente influencia de China en la región, que ya cuenta con una línea de swap por $18 mil millones con Argentina. La contrapartida de la ayuda estadounidense podría incluir la exigencia de reducir o eliminar la dependencia del crédito chino, un punto de fricción en la política exterior argentina.
De cara al futuro inmediato, la atención se centra ahora en la concreción de los desembolsos y la letra chica del acuerdo. El Secretario Bessent anticipó que discutirá «en persona» con el equipo económico argentino los alcances definitivos del paquete, sin que hasta el momento se haya realizado ninguna transferencia de fondos. El éxito de esta «línea de swap» dependerá no solo de los detalles técnicos, sino también de la capacidad del Gobierno argentino para mantener la disciplina fiscal y avanzar en las reformas estructurales prometidas que den confianza a los inversores de largo plazo.