El Gobierno, enfrentado a una escalada de internas y controversias tras los resultados electorales adversos, ha optado por una estrategia de revitalización de la gestión pública como principal antídoto. Con la consigna «gestión, gestión, gestión», la cúpula nacional busca recuperar el dinamismo de su primera etapa de gobierno y contrarrestar el efecto de la reciente derrota en la provincia de Buenos Aires que, según análisis de expertos, envalentonó a la oposición y a los críticos internos.
La reactivación de la agenda administrativa se percibe como una respuesta directa al sentir derrotista que dejó el revés electoral. En lugar de ceder a la presión, el presidente Javier Milei y su equipo han delineado un plan de acción proactivo, aunque por el momento sus movimientos parecen ser de carácter defensivo. Esto incluye la ratificación de vetos a leyes clave, como las que aumentan los fondos para la Emergencia Pediátrica y las universidades, decisiones que han generado nuevas protestas y ruidazos en las calles.
Las tensiones se agudizan con el resurgimiento de casos como el de los supuestos sobornos en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) y la creación de una comisión por el caso Libra, impulsada por la oposición. En este contexto, el Gobierno ha decidido enfrentar las polémicas de frente, incluso si ello significa generar más controversia, como la denuncia contra las autoridades de la UBA por un supuesto desvío en su página web. Según fuentes del entorno presidencial, esta es una estrategia para mostrar actividad constante, en lo que algunos asesores han ironizado como “si no hay pan, que haya circo”.
El plan de acción programado para la próxima semana incluye la grabación de una cadena nacional por parte del presidente para presentar el nuevo Presupuesto, una segunda edición de la Mesa Política Nacional, un viaje a Paraguay y una nueva reunión de Gabinete. Adicionalmente, se ha decidido que el ministro de Economía, una figura largamente solicitada por los gobernadores, comience a recibirlos personalmente. Esta medida busca mitigar el descontento de los jefes provinciales, quienes han manifestado sentirse maltratados por las decisiones electorales y los sucesivos rechazos a sus propuestas.
El éxito de esta estrategia dependerá de si la actividad gubernamental logra ir más allá de la mera reacción y se traduce en soluciones concretas a los problemas que llevaron a la derrota electoral. Los analistas políticos advierten que, si bien la agenda de gestión es crucial, no será suficiente para resolver las internas si no se asume un liderazgo político que articule las demandas y disipe las incertidumbre sobre el rumbo electoral, especialmente de cara a las próximas elecciones. La clave reside en si el Gobierno logra convertir el dinamismo en resultados palpables, o si solo quedará en una exhibición de actividad.